martes, 12 de junio de 2018

Iguala, ¿crimen de Estado?

08/06/2018

Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal

rivapa

La imputación política ha perseguido, desde 2014, al presidente Enrique Peña Nieto: la desaparición de los 43 normalistas de Iguala, el 26 de septiembre de ese año, fue un crimen de Estado. La definición convencional lo caracteriza como “la desviación organizacional por parte de agencias del Estado que involucra la violación de los derechos humanos”. Ninguna institución que revisó y estudió el actuar del gobierno federal en la investigación de la desaparición de los estudiantes, ha señalado que se trató de un crimen de Estado, pero existen bases sólidas para que esa imputación tenga asideras en el campo político y, por tanto, permite un golpeteo sistemático y permanente contra la administración peñista. La paradoja para el Presidente es que se lo ganó a pulso.

La falta de oficio político fue la entrada a esta pesadilla política-jurídica que acompañará a Peña Nieto aún después de concluir su Presidencia. La noche del 26 de septiembre, el entonces gobernador de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre, se comunicó con el subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, incondicional y confiable para el presidente Peña Nieto, para informarle que había un serio problema con normalistas de Ayotzinapa, en Iguala. No había suficiente información en ese momento, pero en el gobierno federal, que tenían información policial y de inteligencia civil y militar de lo que pasaba, no hicieron nada. Miranda no alertó a sus jefes, ni dispuso de acciones federales extraordinarias para intervenir inmediatamente en ese caso. La omisión inicial, sin embargo, se iría reforzando con la insolencia y arrogancia frente a los hechos, que continuaron marcando esos primeros días en Los Pinos.

El domingo 28, los periódicos de la Ciudad de México dieron cuenta pormenorizada de la represión a la que habían sido sometidos los normalistas por parte de la policía municipal de Iguala. Pero en Los Pinos había otra lectura, inducida por el procurador Jesús Murillo Karam, cuya información llevó a la conclusión a los colaboradores del Presidente “que todo había sido un conflicto entre narcotraficantes”. A uno de los presentes en esa reunión se le hizo ver que quienes estaban involucrados eran normalistas de una escuela que por décadas había sido beligerante y confrontada con la autoridad. “Ahí todos son narcotraficantes”, respondió tajante. Era un punto final a esa discusión sin entender que el tema, por la propia naturaleza de que las víctimas eran estudiantes, tomaría una dimensión muy diferente a la que habían analizado. La soberbia era la marca de la casa.

Un día después, el lunes 29, en la reunión de estrategia que tenía el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, se preguntó sobre el caso. Cuando la respuesta fue que estaban involucrados policías municipales de Iguala, Nuño determinó que era un caso estatal, que lo debería resolver el gobernador Aguirre, porque no era de competencia federal. Ese diagnóstico permeó lo que vendría días después con la actitud y el discurso presidencial. Al día siguiente, Peña Nieto lamentó los hechos y subrayó que “es muy claro que el gobierno federal no puede sustituir las responsabilidades que tienen los propios gobiernos estatales”. Había ya, en ese momento, una contradicción: si como dijo Murillo Karam era un conflicto entre “narcotraficantes”, al ser ese un delito federal la PGR debió haberlo atraído. Las inconsistencias se acumulaban.

El CISEN y la Marina enviaron reportes diarios a Los Pinos sobre el caso de Ayotzinapa, pero la forma como se procesaban y sintetizaban hacían que el Presidente tuviera menos información, en cantidad y calidad, que si leyera un periódico. Peña Nieto no tenía información relevante sobre lo que estaba pasando, pero tampoco le importó mucho, porque no exigió que se la dieran. El gobierno estaba ausente y crecían las críticas en la opinión pública sobre su omisión. La PGR, que por oficio tenía que involucrarse, buscó dar golpes efectistas y trató infructuosamente de procesar al gabinete de seguridad de Aguirre y vincularlo al crimen organizado, que para esos momentos ya se tenía evidencias de su participación central en la desaparición. No había bases para ello, por lo que no avanzaron en esa línea.

Voltearon a ver al gobernador Aguirre, pero había dos líneas contrapuestas en el equipo de Peña Nieto. Por un lado, en la PGR varios funcionarios intentaron obtener declaraciones ministeriales que lo involucraran y abrirle un proceso; y por el otro, en Los Pinos sostenían que el gobernador debía ser apoyado en su cargo porque él tampoco era responsable y su salida del gobierno no resolvería sino complicaría las cosas. Aguirre finalmente tuvo que pedir licencia ante la descomposición en Guerrero, pero cuando dejó la gubernatura, un mes después, su salida no tuvo ningún impacto; se había agotado el tiempo para contener, como hizo el presidente Ernesto Zedillo con el gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa, en 1995, en la matanza de Aguas Blancas.

Tarde se dieron cuenta del error cometido. Nunca admitirían que sus acciones fueron provocadas por incompetencia y soberbia. Nuño es hoy coordinador de la campaña presidencial de José Antonio Meade. Murillo es un operador político del PRI. Miranda es candidato plurinominal al Congreso. Su jefe, Miguel Ángel Osorio Chong, llegará por la vía plurinominal al Senado. El entonces jefe del CISEN, Eugenio Imaz, es hoy consejero en la embajada de México en España. Nadie de los directamente involucrados pagó nada por lo que hizo y dejó de hacer. Quien tiene que rendir cuentas ante la historia y eventualmente ante la justicia es Peña Nieto, a quien un crimen municipal se le volvió de Estado.

martes, 15 de mayo de 2018

Mosul, último acto

Las luchas casa por casa, con la milicia de Isis publicada en el otro lado de la pared. El mayor iraquí que suena el teléfono, para que su esposa no sepa que él está en primera línea. El sufrimiento inexpresable de los civiles. Y espera en el agujero de una pared, porque más allá está la salvación. Aquí está, Mosul, hoy. Aquí están las historias, las caras, la guerra. Foto de EMANUELE SATOLLI


El tormento de las mujeres rescatadas por los soldados de Bagdad, la fuga desesperada de los ancianos de la opresión del Estado Islámico, la consternación de los niños frente a las bombas. Y en el fondo los colores. Pocos pero fuertes: los esqueletos grises de las casas, el verde oliva del camuflaje militar, la oscuridad de los callejones en lo que una vez fue la segunda ciudad iraquí y que, caído en manos del Califato, ahora se reduce a un laberinto de escombros. Todo esto (y más) en la historia de un valiente fotógrafo italianopor Giampaolo Cadalanu y Emanuele Satolli *, Fotografías de Emanuele Satolli, ilustraciones de Marta Signori

26 de junio de 2017


1,3mila


La tragedia de Mosul está teniendo lugar: la destrucción de la mezquita Al Nuri es el punto de no retorno en la miserable historia del Estado Islámico. Los últimos informes de la agencia dicen que el epílogo será el esperado, con salvajes luchas, con la masacre de civiles, con fanáticos dedicados al martirio. Estas horas serán las más difíciles para los cien mil civiles aún atrapados en las áreas controladas por ISIS. Pero el final del enraizamiento territorial de la organización ha comenzado. La siguiente etapa será Raqqa, dentro de las fronteras sirias, pero después de la caída del minarete suspendido bajo el cual Al Baghdadi había proclamado el Califato, el camino de su organización está marcado. Será un camino más sangriento si es posible,


Los soldados ayudan a una mujer a salir del refugio donde estuvo escondida durante semanas. En la mochila hay todo lo que ha logrado guardar de su casa. Su pesadilla termina en ese momento pero todavía está inmersa en el horror, que permanece tallada en la cara como una impresionante máscara
cuota


Un suministro de agua y armas siempre listo para disparar. Por lo tanto, los soldados iraquíes viven en puestos avanzados dentro de la ciudad durante días. Isis constantemente lanza bombarderos suicidas contra estas vanguardias: se han producido al menos seiscientos ataques suicidas desde el comienzo de la batalla.
cuota
Las elecciones hechas por ISIS en los escasos tres años de control de la capital de Nínive lo dicen. De acuerdo con los testimonios que hemos recopilado, las obras públicas fueron solo obras defensivas: barreras, túneles, puentes interrumpidos, con la única excepción del compromiso de renovar las instalaciones del zoco y la llegada de feos faroles en la avenida de entrada al ciudad. No querían un futuro en Mosul, ninguno de ellos: los combatientes extranjeros que están disparando los últimos tiros, con solo el espejismo del paraíso islámico en mente, o los fundamentalistas locales, capaces de volver sus armas contra sus compatriotas en lugar de dejarlos ir. sucesivamente. Aparte de la planificación estatal, aparte de la educación de los ciudadanos, que no sea el arrepentimiento de la pureza de una Edad Media inventada: sirvieron a los prisioneros, a los rehenes, a los escudos humanos. Los sobrevivientes, aquellos que han huido de Mosul a tiempo, volverán a planear ataques, listos para usar cualquier herramienta para esparcir el terror incluso en Occidente. Pero la dura prueba de la ciudad iraquí permanecerá en la historia como una advertencia, junto con otros nombres evocadores de tragedias: Dresde, Coventry, Vukovar, Sarajevo, etc.
Las imágenes como las de Emanuele Satolli que ves en estas páginas serán preciosas para respaldar la memoria. La sublimación del dolor, contada con sequedad y participación, incluso a costa de riesgos personales muy graves. No solo Mosul está en estas fotos, está el sufrimiento de los seres humanos de todos los tiempos, está destinado a permanecer en nuestra memoria porque podemos esperar que nunca vuelva.


Mayor Tareq



Mayor Tareq



Es un comandante en el ejército iraquí, carismático y generoso: Tareq nunca retrocede. Hijo de un alto cargo general de Saddam Hussein, quería continuar la tradición familiar


Capitán Saif



Capitán Saif



Saif, capitán del ejército de Bagdad, fue herido por un proyectil de artillería. En otra circunstancia, un proyectil de mortero ISIS ha caído justo al lado de él. Pero no explotó


Soldado Abas



Soldado Abas



Soldado sencillo de la Brigada 73, Abas, lucha con unas pocas horas de sueño y mucho sacrificio.

Él salvó a una anciana que no podía moverse. Pero la guerra con él no será perdonadora




Irak



Irak



Iraq tiene doce años y en Mosul pasa todo el día al lado de su madre, herido en las piernas por una bomba de mortero. Tenía cinco hermanos, ahora solo tiene uno.
En mi último viaje a Mosul estaba "incrustado" con soldados iraquíes. Y vi pelear en casa. Los militares avanzan lentamente, en equipos de 12-15 personas, ingresan a los patios, enfrentan un bloque a la vez. Pero las casas están conectadas entre sí. Y la milicia del ISIS ha abierto hoyos en las paredes para poder pasar de una casa a otra sin ser visto. Y, por supuesto, no puedes saber qué hay más allá del muro. Vi soldados disparando a una puerta, antes de pasar, sin saber quién estaba más allá. Nos encontramos a solo unos metros de los yihadistas, separados solo por un muro. En otra ocasión, una familia entera salió del agujero en una pared tratando de escapar de los hombres de Isis.

La bandera negra del Estado Islámico, recuperada en uno de los puestos de avanzada recién conquistados, se convierte en la tela con la que protegerse del polvo de una explosión. El Isis ha sembrado cientos de bombas en las casas: cada edificio esconde una trampa
cuota


Fotografías de Emanuele Satolli
cuota


Fotografías de Emanuele Satolli
cuota


Fotografías de Emanuele Satolli
cuota
En los últimos días en Mosul, para tomar fotos tuve que acercarme mucho a la acción, e incluso los soldados se movieron a distancias más cercanas. Había riesgos involucrados, sobre todo, en ver el alminar colgante, lo recogí desde lejos, pero ahora volaron toda la mezquita de Al Nuri. El alminar es destruido. Hubo un calor feroz, una luz muy fuerte que hizo que el rodaje fuera complicado, pero sobre todo las condiciones del enfrentamiento cambiaron. Creo que esta es también una de las razones de la muerte del reportero francés Stephan Villeneuve y su fijador kurdo Bakhtiyar Haddad, en los últimos días. Terminaron en una mina, incluso otros dos periodistas resultaron heridos. Creo que sucedió porque se mueve en espacios muy estrechos. Pensar que unos días antes habíamos avanzado juntos,

Un soldado iraquí corre en busca de refugio de los francotiradores en el río Éufrates. El río marca la frontera con la ciudad vieja donde los milicianos del Estado Islámico se han apoderado mutuamente.
cuota
Ahora, después del incidente, los iraquíes han reducido el acceso a los periodistas. En estas condiciones, ya no se puede garantizar la seguridad sobre el terreno: los soldados de Bagdad deben confiar en la velocidad de las maniobras. Pero los espacios reducidos impiden la llegada de vehículos blindados. En Mosul estuve con los soldados de la 73ª brigada del ejército iraquí, y noté que tenían un entrenamiento deficiente, pero sobre todo un equipo deficiente: luchaban con zapatillas, sin cascos ni chalecos antibalas. Ciertamente era un contingente menos especializado de fuerzas de élite, como la División Dorada o la Fuerza de Reacción Rápida. Pelear en estas condiciones es muy difícil: los militares duermen unas horas, donde pueden, sin agua ni electricidad, a diferencia de los cuerpos especiales que están más equipados. Y me parece que realmente hay grandes diferencias en términos de motivación: los oficiales deben obligar a los soldados a forzarlos a avanzar. Estos últimos se despiertan por la mañana, sabiendo que tienen que ir al frente: el suyo es un desafío diario, cuando vas a la primera línea nunca sabes si estarás sano y salvo si vuelves a ver tu casa. Muchos dicen que después de que Mosul abandone las fuerzas armadas, es una vida demasiado sacrificada. Sin embargo, los soldados son muy atentos con los civiles. Encontramos una familia con una mujer que había perdido una pierna con mortero: los militares se comprometieron a regresar por ella y al día siguiente estuvieron allí, a tiempo. sabiendo que tienes que ir al frente: el suyo es un desafío diario, cuando vas a la primera línea nunca sabes si estarás a salvo por la noche, si alguna vez puedes volver a ver tu casa. Muchos dicen que después de que Mosul abandone las fuerzas armadas, es una vida demasiado sacrificada. Sin embargo, los soldados son muy atentos con los civiles. Encontramos una familia con una mujer que había perdido una pierna con mortero: los militares se comprometieron a regresar por ella y al día siguiente estuvieron allí, a tiempo. sabiendo que tienes que ir al frente: el suyo es un desafío diario, cuando vas a la primera línea nunca sabes si estarás a salvo por la noche, si alguna vez puedes volver a ver tu casa. Muchos dicen que después de que Mosul abandone las fuerzas armadas, es una vida demasiado sacrificada. Sin embargo, los soldados son muy atentos con los civiles. Encontramos una familia con una mujer que había perdido una pierna con mortero: los militares se comprometieron a regresar por ella y al día siguiente estuvieron allí, a tiempo.

El mismo soldado de la foto anterior se comprometió en el rescate de un compañero de batalla. Lo transportan a un refugio, sin saber si va a sobrevivir. Las tropas de Bagdad están pagando un alto precio por la reconquista de Mosul: a fines de marzo ya habían contado 774 caídos y 4600 heridos, algunos en muy graves condiciones. "Ningún ejército en el mundo ha sufrido pérdidas tan graves en una sola batalla en una ciudad desde el final de la Segunda Guerra Mundial", dijo el jefe del Pentágono James Mattis.
cuota


Los liberadores han llegado, pero no hay alivio en la cara de esta familia. La mujer estaba gravemente herida, soporta el dolor que descansa silenciosamente sobre una alfombra. Un niño intenta liberarla del calor agitando un libro. Detrás de él hay otro niño, herido por un pie de una astilla, y un anciano consternado. También usan libros como fanáticos, sentados en el pasillo donde se han experimentado momentos de celebración antes de la guerra.
cuota


Fotografías de Emanuele Satolli
cuota
De estos días, mantendré recuerdos muy fuertes, especialmente de las personas con quienes compartí la experiencia. Pienso en un simple soldado de la 73ª brigada, Abas, que luchó después de unas horas de sueño, obedeciendo órdenes, con sacrificio. Lo había visto hombro con sus compañeros soldados una anciana que ya no podía moverse. Lo fotografié veinte minutos antes de que los hombres de la novena división blindada nos vieran avanzar entre las casas con los soldados y llevarnos a los fundamentalistas. Abrieron fuego con una ametralladora, nos refugiamos detrás de una pared. Luego, un tanque disparó un cañón y Abas recibió un golpe en la cabeza, y murió instantáneamente. El primero en rescatarlo fue el comandante Tareq, pero no había nada que hacer. Tareq es un comandante, el único que hablaba inglés: solo me comuniqué con él,

Lágrimas de terror en la cara de una mujer, que sostiene a su bebé. Salieron del refugio subterráneo donde vivieron durante meses mientras la batalla se desarrollaba. Y el peso de lo que soportaron se convierte en lágrimas.
cuota

No se contuvo cuando tenía que avanzar en áreas de alto riesgo: entró en las casas que aún no habían sido recuperadas, se expuso en primera persona, no como otros oficiales que se quedaron atrás. Él es el hijo de un anciano general de Saddam, quería continuar la tradición familiar. No le había dicho a su esposa que estaba en primera línea, por lo que tuvo que dejar que el teléfono suene vacío y no respondió cuando hubo explosiones, para no preocuparse por eso. El capitán Saif también resultó herido por un proyectil de artillería, no de una manera muy seria. Él no hablaba inglés, así que no podíamos comunicarnos mucho, pero él me siguió como una sombra para garantizar mi seguridad. Recuerdo que un día recibió un paquete de galletas de almendras, hechas en casa por su novia, e insistió en compartirlas con nosotros. Comimos juntos, incluso si era Ramadán: los soldados están exentos del ayuno islámico. En otra ocasión, una bala de mortero del ISIS se colocó a su lado, a poco más de un metro de sus piernas, rodó cerca pero no explotó.


Son solo mujeres y niños porque los hombres han sido deportados. Todo flaco, porque el Estado Islámico destinó la comida casi exclusivamente a los luchadores. No hay alegría en haber sido liberados: temen por los meses de bombardeos y la pesadilla del poder aún termina bajo los deicardies. Una imagen de desesperación, que recuerda fotos de civiles italianos en las ruinas de los países destruidos en 1944.
cuota


Un dispositivo ISIS acaba de estallar frente a una columna de vehículos iraquíes. Los soldados están sin aliento, por la onda de choque y el polvo.
cuota


Fotografías de Emanuele Satolli
cuota
Fue casi un milagro. Tareq dice que las bombas de mortero ISIS se hacen en talleres artesanales, de manera rudimentaria, y a menudo sucede que no explotan. Pero toma suerte, siempre. Otra cara que me ha impresionado es la de Iraq, un niño de doce años que estuvo todo el día junto a su madre, herido en las piernas por una bomba de mortero. Solo quedaban dos de seis hermanos, pero Iraq no pensó en su vida: estaba allí, su madre saludó con un trozo de cartón para que estuvieran frescos, el calor era insoportable pero se quedó allí. Los civiles, en esta guerra, son los que más sufren: están exhaustos, sin comida durante días, a menudo sin agua. Vi caras enojadas, niños demacrados, con los labios resecos. Pero en Mosul aún no ha terminado

El drama de una familia en una de las fotos más impresionantes tomadas por Emanuele Satolli. La agonizante abuela fue rescatada por soldados y resguardada en un vehículo blindado. Junto a ella está su hijo que está gritando de dolor e impotencia. Él tiene en sus brazos a su sobrino, también herido, que asiste a la consternación por la tragedia. Estaban a un paso de la salvación cuando el fuego de ISIS los abrumaba.
cuota


Un soldado herido por una bomba, con sus camaradas a su alrededor que lo cargaron sobre el capó de un camión. Ahora intentarán llegar al lugar de medicamentos más cercano.
cuota



* El autor, la tradición familiar Después de asistir a la escuela de periodismo en Turín, Emanuele Satolli , de 38 años, se especializa en fotoperiodismo y realiza un servicio para la revista Time sobre la drogadicción en Rusia. El proyecto 'Krokodil Tears' está incluido por Time entre las mejores publicaciones de 2013. Actualmente, Satolli vive en Estambul, donde también documentó la situación de los refugiados sirios en los campos de refugiados en el sudeste de Turquía. Desde octubre de 2016, ha viajado repetidamente en el norte de Iraq, después de la operación militar para liberar a la ciudad de Mosul del control de ISIS. Su trabajo recibió el premio POYi en la categoría 'Impacto 2016 - Conflicto del Estado Islámico'.

lunes, 14 de mayo de 2018

Soundtrack- ISLA DE PERROS

Isla de perros


Publicado el 02 - May - 2018

Si bien el estilo visual de Wes Anderson ha sido la principal carta de presentación de su impresionante carrera, un elemento secundario -pero no menos importante- ha sido el uso de notables bandas sonoras y partituras en sus películas. El score de su más reciente filme, la animación en stop-motion titulada Isle of Dogs (2018), fue elaborado por el compositor francés, Alexandre Desplat, quien ha contribuido al trabajo de Anderson desde Fantastic Mr. Fox en 2009, y se ha convertido en un elemento crucial para la experiencia de ver una película del cineasta estadounidense.

Isle of Dogs cuenta la historia de Atari Kobayashi, un pupilo de 12 años del corrupto alcalde Kobayashi. Cuando, por Decreto Ejecutivo, todas las mascotas caninas de la ciudad de Megasaki son exiliadas a un basurero enorme, Atari parte solo en una miniatura de Turbo Prop y vuela a Trash Island en busca de su perro guardaespaldas, Spots. Allí, con la ayuda de un grupo de perros, comienza un viaje épico que decidirá el destino y el futuro de toda la Prefectura.

Principalmente instrumental, con la excepción de un par de pistas vocales, esta banda sonora tan sugerente como peculiar es, dada la naturaleza de la artesanía de Anderson y la trama idiosincrásica de la película, totalmente apropiada y congruente con el aspecto visual. Desplat no es el único artista aquí, ya que también se incluyen en el OST canciones de los clásicos filmes de Akira Kurosawa, Seven Samurai y Drunken Angel; la Orquesta Sinfónica de Tohograbó una nueva versión de “Kanbei & Katsushiro — Kikuchiyo’s Mambo” de Seven Samurai específicamente como un guiño al realizador japonés. La banda sonora se completa con nuevas versiones de The West Cost Pop Art Experimental Band (“I Will not Hurt You” de 1966) y The Sauter-Finegan Orchestra (“Midnight Sleighride” de 1952).




miércoles, 4 de abril de 2018

Gonzalo Guerrero, el español conquistado por los mayas

Por: Dhyana A. Rodríguez Vargas


Desde el pueblo de Akumal, Quintana Roo, la estatua de Gonzalo Guerrero parece desafiar el tiempo, contando sin palabras su historia. Vestido, peinado y tatuado como maya –aunque aún barbado– sostiene en su mano izquierda una lanza, mientras apoya la derecha de manera cariñosa sobre el rostro de uno de sus hijos, quien lo abraza de una rodilla. Atrás, su esposa Za’asil-Há amamanta al niño más pequeño y su hija juguetea con su otrora casco de guerrero español. Se encuentra, además, en postura de alerta, presto a defender a su familia de cualquier ataque y, asimismo, a la parte del mundo a la que ahora pertenece.



Antes de asimilar la cultura maya, Gonzalo Guerrero, originario del poblado de Niebla (cerca del puerto de Palos, España), era marinero y arcabucero de Carlos V. Había participado en la conquista de Granada y, dentro del nuevo continente, en la de Darién. Ahí fue compañero de Jerónimo de Aguilar y Juan de Valdivia, cuya misión, en 1511, consistió en viajar a la isla La Española a rendir informes. Ahí comenzaría la aventura que cambiaría drásticamente su destino.


El naufragio



Según escribe Diego de Landa en Relación de las cosas de Yucatán, las corrientes marinas desviaron la carabela cerca de la isla de Jamaica, donde tras la pérdida de la embarcación durante una tormenta, tan sólo una veintena de marinos logró salvarse a bordo de un batel (lancha de remos). Casi la mitad moriría de hambre y sed en el camino, mientras el resto lograría alcanzar la costa de la península de Yucatán (cerca de la actual reserva de Sian Ka’an). Ahí, débiles y hambrientos, no opusieron resistencia cuando los nativos los tomaron presos.



Para su fortuna fueron bien alimentados. Mas al poco tiempo, al darse cuenta de que algunos compañeros –incluyendo Valdivia– habían sido sacrificados, los restantes rompieron sus jaulas de madera y escaparon. Los prófugos llegaron a un lugar llamado Xamancona, donde el cacique Aquincuz los tomó a su servicio. López de Gómara en su obra Historia de la conquista de México, así como Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España, cuentan que Aguilar y Guerrero se distinguieron tanto por su participación en las guerras con las comarcas cercanas como por sus servicios, mientras que sus demás compañeros fallecieron, ya fuera por enfermedad, tareas pesadas o en combate. Aquincuz murió al poco tiempo y legó el cacicazgo a su hijo Taxmar, a cuyo cargo quedaron Jerónimo y Gonzalo.



Más adelante, para hacer una alianza con Chactemal (hoy Chetumal), Taxmar decidió “ceder” a Guerrero al cacique Nachancan. Ahí, Gonzalo continuó acumulando victorias bélicas hasta ser nombrado “nacom” (capitán) y casarse con una de las mujeres más importantes de la región: Za’asil-Há, también llamada Ix Chel Can.


Rescate frustrado



Pasó el tiempo hasta que, en 1518, Juan de Grijalva tuvo noticia de Jerónimo y Gonzalo al capturar a unos nativos de la zona. Por su parte, un año antes, Hernández de Córdoba había sido derrotado en Champotón (en el actual estado de Campeche) por indígenas que se turnaban para flechar y no tenían miedo ni a los caballos ni a los arcabuces; según Bernal Díaz del Castillo, habían sido asesorados por Guerrero.

En 1519 Hernán Cortés llega a Cozumel y se propone rescatar a los antiguos náufragos, enviando para ello cartas y regalos con mensajeros nativos. Éstos logran llegar hasta Jerónimo, a quien Taxmar otorga la libertad. Aguilar lleva esperanzado la noticia a Guerrero, pero él, de acuerdo con Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, le contesta:


Yo soy casado y tengo tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando hay guerras: idos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas las orejas. ¡Qué dirán de mí desde que me vean esos españoles ir de esta manera! Y ya veis estos mis hijitos cuán bonicos son...


De esta manera, los destinos de Aguilar y Guerrero se separaron; mientras el primero ayuda en la conquista de la Nueva España como intérprete, el segundo lucha contra ella.


Contra la conquista


Alrededor de 1528, Alonso Dávila y Francisco de Montejo se plantearon conquistar la península de Yucatán. Para ello, este último envía una carta a Guerrero pidiendo su apoyo a cambio de beneficios, la cual –según Fernández de Oviedo y Valdés en su Historia general de las Indias– es devuelta con una negativa escrita con carbón en el anverso.


Montejo decide entonces acercarse por mar y que Dávila lo haga por tierra. Guerrero, cual Ulises griego, comunicará con astucia a Dávila que la expedición de Montejo ha naufragado; y a Montejo, que la de Dávila ha perecido durante una celada. Ninguno de los dos se atreve a atacar por separado y es hasta 1531 cuando se encuentran. Al darse cuenta de la trampa, acuerdan continuar con su objetivo.


Primero desean imitar la técnica de Cortés buscando aliados, mas como éstos suelen fingir y volverse en su contra, Dávila ordena atacar frontalmente Chactemal. Para su sorpresa, se encuentra con la ciudad vacía; entra en ella ¡y los hombres de Guerrero lo rodean! Ahí queda encerrado algunos meses hasta que logra escapar a Honduras, donde Andrés de Cereceda, que tiene el proyecto de seguir colonizando las Hibueras, lo recibe.


Iniciador del mestizaje

Aunque la península yucateca estaba ahora casi libre de los conquistadores, Guerrero y sus aliados acuden al llamado de auxilio de los mayas de la región de Honduras, haciendo que Cereceda se repliegue. Éste, por su parte, es apoyado por Pedro de Alvarado, quien regresa de Guatemala. Corre ya el año de 1536.


En las inmediaciones del río Ulúa se produce una cruenta batalla y, finalmente, un tiro de arcabuz en el pecho hiere de muerte a Gonzalo Guerrero, quien cae cerca de unas albarradas. El hecho es consignado por Cereceda, quien lo reconoce como Gonzalo Azora (el apellido de Guerrero había sido cambiado por los mayas a Aroca, el cual fue traducido por los españoles como Azora), “el que andaba entre los indios en la provincia de Yucatán veinte años ha y más”, describiendo su figura como “labrada del cuerpo” y “en hábito de indio”.


Había tenido que escoger entre sus antiguos compañeros y los nuevos, representando así una unión singular entre dos mundos, cuya fusión produjo en su caso resultados muy diferentes a los de la Conquista. Asimismo, es recordado por ser el primero en procrear hijos mestizos dentro de una alianza reconocida y consentida. Tal vez, como dice Carlos Villa Roiz en su libro Gonzalo Guerrero. Memoria olvidada, su patria no fue la tierra en que nació, sino aquella por la cual luchó.


El artículo "Gonzalo Guerrero" de la autora Dhyana A. Rodríguez Vargas se publicó íntegramente en Relactos e Historias en México, número 60.

Literal World Map Reveals the Historical Meanings of Country Names

By Emma Taggart on March 19, 2018





Each country has its own fascinating history and in linguistics a country's name is often the first clue to their historic culture. This world map—created by Credit Card Compare—shows the literal translation of each country’s name, suggesting their original meanings. By using a range of sources such as The World Fact Book and Oxford Dictionaries, each country’s name was translated into its early native language, unearthing intriguing facts from around the globe.

Some countries are named after the people who live there, the physical environment, or location. Finland translates as “Land of the Fins,” Macedonia translates as “Land of the Tall People,” and Iceland means “Snow Land.” Other countries are named after their specific history or societal observations made by pioneering explorers. Papua New Guinea translates as “Frizzy-Haired Men” in the Malay language—a name that was given by Spanish maritime explorer Yñigo Ortiz de Retez after he visited the island in 1545 and noted the appearance of the locals. In Turkic, Hungary translates as “10 Arrows,” the name of a group of tribes living along the north shore of the Black Sea before they relocated during the 9th century to where modern Hungary is today.



You can explore an interactive version of the map, and zoom in for more details.
This world map—created by Credit Card Compare—showcases the literal translation of each country name to reveal its original meaning.
By using a range of sources such as The World Fact Book and Oxford Dictionaries, each country’s name was translated into its early native language, unearthing intriguing facts from around the globe.


Credit Card Compare: Website

Coahuila, víctimas, candidatos




Eduardo R. Huchim

04 Abr. 2018


Para Robert H. Cobean, caballero y arqueólogo, en sus 70.

Mientras la extraviada clase política se sumerge en una campaña electoral que, disfrazada, comenzó hace meses, México vive una historia de violencia exacerbada que a fuer de repetirse parece haberse convertido en cotidianidad que aterroriza a una parte de la población, mientras otra gran parte vive en la ajenidad, y ahí seguirá, bajo el riesgo de que un día la dura realidad la envuelva con su cauda de atrocidades.

Pero es necesario no acostumbrarse. La normalidad no es, no puede ser la cuenta diaria de ejecuciones, secuestros, desapariciones. La normalidad no es, no puede ser la barbarie que aquí cabalga a galope tendido. La normalidad no es, no puede ser la violencia que aterra a varios estados del país donde señorea la muerte violenta.

Entre esos estados dolientes está Coahuila, que ha vivido dos episodios terribles: el de Allende y el del penal de Piedras Negras. En Allende y pueblos cercanos, la brutalidad de sicarios del narcotráfico victimó a familias enteras que fueron blanco de la venganza de los Zetas. Y el otro caso milita en lo inverosímil: el dominio total que entre 2009 y 2012 tuvo el grupo Zetas en el penal de Piedras Negras, convertido en su centro de operaciones.

Dice El Yugo Zeta, documento de trabajo del Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México:

La prisión de Piedras Negras "era clave para la organización Zeta porque, a) era un refugio seguro para los jefes Zeta que deseaban esconderse de los federales fuera de la nómina criminal; b) les servía para obtener ingresos vendiendo drogas, refrescos y chicharrones, cobrando cuotas por el uso de las celdas y rentando los cuartos utilizados para la visita conyugal; c) les proporcionaba un lugar discreto y seguro para instalar los compartimentos secretos en los automóviles que llevarían drogas a Estados Unidos; d) servía de base para reclutar sicarios; y, e) era un centro para confinar temporalmente a los secuestrados y para torturar, ejecutar y desaparecer cadáveres".

En el "Foro Coahuila. Reflexiones y desafíos", celebrado el 22 de marzo en Torreón y organizado por seis agrupaciones de la sociedad civil, Jacobo Dayán, coautor con el incansable Sergio Aguayo del mencionado documento, describió al penal de Piedras Negras como "un campo de exterminio subsidiado por el Estado". Muchas veces se asesinaba a las víctimas fuera de la prisión y luego las llevaban ahí para quemarlas en un tanque de diesel, y en otras ocasiones llegaban vivas y en el penal las asesinaban de un martillazo en la cabeza o un tiro en la nuca.

Y todo ello -que cesó cuando los más de 100 Zetas se fugaron del penal- sucedía con conocimiento de las autoridades estatales y difícilmente podía ser ignorado por las federales.

Lo aquí narrado es un ejemplo, pero las atrocidades en el contexto de una irracional guerra antinarco se cometen en demasiadas partes del país. Ahí la conversación, sea en campus universitarios o en cenas familiares o reuniones de café, invariablemente llega a ese tema. Siempre habrá alguien que recuerde a un hermano, un sobrino, un hijo o un amigo que fueron levantados y nunca aparecieron. Sobrecoge el ánimo ver -o escuchar- a los familiares de desaparecidos que, pala en mano, recorren hectáreas y hectáreas en busca de fragmentos humanos. Recuerdan a Sabines: Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan.

Las campañas han empezado y ninguno de los candidatos presidenciales debiera abstraerse de la tragedia humanitaria que está ocurriendo en México. Por ello, por la sangre derramada, por el dolor de los familiares, por la memoria de las víctimas, no pueden, no deben los cuatro candidatos presidenciales ignorar el llamado de Viernes Santo del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia, para asistir a un encuentro público con las víctimas.

¿Tendrán los cuatro candidatos capacidad para deponer transitoriamente sus diferencias y acudir a un llamamiento formulado desde el dolor y el horror? Por lo pronto, un buen indicio es que uno de ellos, Ricardo Anaya, ha aceptado la invitación.

Y por supuesto, si ese encuentro se materializara, cabría esperar que los cuatro renunciaran a todo intento de proselitismo y propaganda. Lo contrario sería ofender y aumentar el dolor de las víctimas.


@EduardoRHuchim

martes, 3 de abril de 2018

La crisis política en EU es real... y empeorará

El daño que está haciendo la presidencia de Trump al interior de su propio país difícilmente puede ser más dramático; el diálogo entre los que lo apoyan y sus opositores es inexistente, y el odio entre los principales grupos políticos es palpable.

03/04/2018 01:03 AM

México

Hay dos cosas que a menudo nos decimos para evitar el pánico y tratar de afirmar una sensación de normalidad: las instituciones en Estados Unidos son lo suficientemente fuertes para aguantar a un presidente con tendencias antidemocráticas, y la relación bilateral entre México y Estados Unidos no está tan mal. Desafortunadamente las dos afirmaciones son falsas.

Estados Unidos vive una crisis política jamás antes vista en la historia moderna del país y las consecuencias de la presidencia de Donald Trump tendrán un efecto negativo que impactará en la capacidad de EU de ejercer liderazgo a escala global.
Esto en sí mismo es una mala noticia para México, su vecino.

El daño que está haciendo la presidencia de Trump al interior de su propio país difícilmente puede ser más dramático. El diálogo entre los que apoyan a Trump y sus opositores es inexistente, y el odio entre los principales grupos políticos es palpable.

La más reciente controversia tiene que ver con los planes para llevar a cabo el censo nacional, una herramienta sumamente útil tanto para el sector público como privado. Pues resulta que Wilbur Ross, el secretario de Comercio, anunció que el censo de 2020 incluirá una pregunta sobre la ciudadanía del encuestado, algo que puede alterar las cifras del censo, dado que los indocumentados muy probablemente opten por no contestar por miedo a ser deportados.

Doce estados han declarado su intención de demandar al gobierno federal por violar la Constitución, la cual obliga a contar a todos los residentes, independientemente de su situación legal.

El propósito del censo es tener un conteo fidedigno de la población, el cual sirve para definir el número de representantes a escala estatal para el Congreso.

El censo sirve también para determinar la asignación de fondos federales a los estados. “Esta es una iniciativa ilegal de la administración Trump que subestimará a la población y pondrá en riesgo los fondos federales para nuestros estados y ciudades”, afirmó Maura Healey, procuradora general de Massachusetts.

Por otra parte, la tensión racial en Estados Unidos va de mal en peor. Hace 15 días la policía de Sacramento mató a sangre fría a Stephon Clark, un hombre afroamericano de 22 años de edad que se encontraba en el jardín de su abuela y que no iba armado; la autopsia muestra que recibió ocho impactos de bala, la mayoría en la espalda. Trump no es directamente responsable de esta tragedia, pero su respuesta poco sensible ante estos incidentes que azotan con frecuencia a la comunidad afroamericana en nada ayuda.

Su insistencia en cuestionar el patriotismo de los jugadores de la NFL que se hincan durante el himno nacional en protesta a la violencia policiaca ha aumentado la tensión a niveles que no se veían desde la lucha por los derechos civiles en los años 60.

El 4 de abril se conmemorará el 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King Jr., un día mucho más sombrío que la celebración de su nacimiento que se lleva a cabo cada enero, y que desgraciadamente en el contexto actual es de suma relevancia.

En cuanto a política exterior, estamos presenciando un verdadero desmoronamiento del Departamento de Estado, no solamente por las políticas de Trump, sino también por la insistencia del Partido Republicano de que hay que disminuir drásticamente el tamaño del gobierno federal.

Según esta lógica, la relación con el mundo debería limitarse a pocos temas y en los términos que establece Estados Unidos bajo la lógica de “América Primero”.

El ahora ex secretario de Estado, Rex Tillerson, servilmente implementó esta política —para luego recibir una patada en el trasero por parte del propio Trump— y en muy poco tiempo logró minar a la institución, generando un éxodo masivo de los talentos diplomáticos más importantes del país.

Respecto a la relación con México, la falta de respeto que ha mostrado el presidente Trump hacia el pueblo mexicano no es un asunto menor.

El miedo que ha generado entre la comunidad de mexicanos que viven en Estados Unidos es imperdonable, y la insistencia en construir un muro en la frontera sur del país es un insulto; si los estadunidenses quieren malgastar el dinero del erario público es asunto de ellos, pero lo que no podemos permitir es que EU insista en que México pague por el muro.

Según el Pew Research Center, los mexicanos entienden esto muy bien: 65% tienen una mala opinión de EU, el doble que hace dos años, y 94% rechaza el muro.

Ha transcurrido poco más de un año desde que Trump llegó al poder, y ya ha hecho un daño enorme a la reputación de su país y a sus instituciones.

Lejos de suavizar su estilo, tras varios despidos y denuncias, Trump ahora se encuentra rodeado de gente aún más radical, como es el caso del nuevo secretario de Estado, John Bolton.

Observar el caos en Washington, DC ofrece una lección importante respecto a lo frágil que es la democracia.

En el corto plazo la única esperanza es que el partido del presidente Trump pierda la mayoría en el Congreso en las elecciones en noviembre, y así tratar de contener a la Casa Blanca.
Sin embargo, los próximos siete meses estarán plagados de minas en los ámbitos doméstico e internacional. Sin duda, se avecinan meses difíciles.

*CEO México Speyside Corporate Relations.

PARADA DE POSTAS La libertad del diablo por Gabriela Warketin



En un México en el que arrancan las campañas electorales, me gustaría escuchar de los candidatos un nosotros


GABRIELA WARKENTIN DE LA MORA
2 ABR 2018 - 23:52 CEST


¿También los niños suplican? “No, ellos no, ellos no saben, nomás se hincan y dicen qué está pasando, qué está pasando. Y ahí es cuando mueren”. Habla un hombre joven, tal vez no mucho mayor a aquellos niños a los que ha asesinado. ¿Qué cambió en ti la primera vez que mataste a un niño?, pregunta una voz de fondo. “Lo primero que cambió fue mi cara, se me llenó de remordimiento”. Y una no sabe si creerle. Aunque tampoco importa.


Cuando caen los créditos respiramos un poco, nos acomodamos. Me observo en la recuperación de mis pedazos anímicos, en la revisión discreta de mi tensión. Y hasta entonces te atreves a mirar al de junto. Poco a poco. Está cabrón, ¿no? Sí, está cabrón.

Everardo González sabe hacer de la realidad su lienzo. Le he visto otros y también extraordinarios documentales, pero La libertad del diablo (estrenada hace unos días en México) es además un golpe seco al estómago. Y a la vez es una narrativa compasiva, un duelo visual y con silencios. En planos muy cercanos discurren frente a nosotros hombres, mujeres, niñas, niños; víctimas, sicarios, militares, policías; todos.

Víctimas y victimarios, víctimas y victimarios, víctimas y victimarios.

Cubiertos con una máscara similar a la que usan los pacientes que se recuperan de quemaduras (aunque fabricadas con un material poroso porque González quería que se filtraran lágrimas, mocos y salivas), las personas miran a la cámara para narrar sus desventuras. O solo para mirar. Ahí están las jovencitas que vieron cómo se llevaban a su madre que se entregaba para salvarlas. Está otra madre que llora a través de su máscara mientras se despedaza frente a la cámara por el viacrucis de buscar a sus hijos entre el maltrato de las autoridades. Aparece el muchacho quebrado que cuenta cómo se mete a delinquir para llegar con los jefes que le puedan decir dónde están sus hermanos. O el otro que narra cómo es torturado, violado por hombres y mujeres policías. Están el militar y el policía, y otros hombres oficialmente armados: cada uno desde su miedo repite atrocidades cometidas, cuerpos enterrados y remarca con un “estás aquí para cumplir una orden, una orden, una orden”. Y luego los sicarios, esos muy jovencitos que platican cómo se inician en lo de matar. Uno de ellos, vestido con suéter y camisa de adolescente escolar, cuenta el momento de abatir a un hombre en un balcón de la capitalina colonia Roma: ¡pam, pam, pam!, parece que está jugando. El otro de los sicarios se detiene unos segundos para contestar. ¿También los niños suplican? “No, ellos no, ellos no saben, nomás se hincan”.

Un cine físico, una máscara que los iguala, un plano en donde esas víctimas y esos victimarios terminan no siendo tan diferentes en su tragedia, una sucesión de mexicanos desechables, un nosotros. ¡Vaya atrevimiento de Everardo González!

Cuando en agosto de 2010 se encontraron en Tamaulipas, al norte de México, los cuerpos de 72 migrantes indocumentados asesinados, escribí que como mexicanos deberíamos sentir una enorme vergüenza por lo sucedido. Las reacciones fueron iracundas: “¡No aplica el nosotros!, ¡yo no maté a nadie!”. Fracasé entonces porque no logré explicar que hablar desde un nosotros, distinguiendo acción de compasión, permite el reconocimiento contextual de sucesos estructurales: reconocer para reconstruir. Y convoca la anhelada empatía. Hoy que salgo de ver la extraordinaria película de Everardo González y que estoy en un México en el que arrancan las campañas electorales, me gustaría escuchar de los candidatos un nosotros, una necesaria implicación empática para encontrar mejores y más creativas maneras de humanizar la reconstrucción anímica del país. No minimicemos los tiempos azarosos que vivimos, decía el jurista Jorge Carpizo. Y sí, no los minimicemos.

¿Qué le harías a los que te hicieron daño?, le preguntan a una jovencita que mira firme tras su máscara. “Yo creo que ni perdón ni olvido”, dice, “yo les haría sentir miedo, hacerles saber que soy dueña de sus vidas, de sus miedos, de sus sentimientos”. Y mientras eso veo, me pregunto si todavía estaremos a tiempo de acotar la libertad del diablo.

No lo sé.

@warkentin

La violencia sin rostro de ‘La libertad del diablo’

El documental de Everardo González abre en Guadalajara una discusión sobre los límites del género

Otros3
Conéctate
Enviar por correoImprimir
LUIS PABLO BEAUREGARD
Guadalajara (México) 15 MAR 2017 - 13:47 CST

Fragmento de 'La libertad del diablo', de Everardo González. ANIMAL DE LUZ FILMS


Un asesino a sueldo que comenzó a matar a los 14 años observa fijamente a la cámara en el documental mexicano La libertad del diablo. El sicario explica lo fácil y rutinario que se convierte el trabajo de quitar vidas. El homicida también afirma que su reputación en el bajo mundo ganaba renombre cada vez que alargaba la lista de sus víctimas. Sin despegar la mirada del lente del director Everardo González, el matón pide perdón por el daño que ha hecho.


El espectador de La libertad del diablo no sabe la identidad del verdugo que acaba de confesar su remordimiento. El asesino tiene puesta una máscara, al igual que el resto de personajes que dieron su testimonio en el documental. La tela de la máscara no es muy gruesa. Son notorias las manchas que dejan las lágrimas cuando algunas de las víctimas reviven sus tragedias provocadas por la guerra contra el narcotráfico en México, una batalla entre el Estado y los cárteles que ha dejado más de 100.000 muertos y 30.000 desaparecidos en una década.

El documental, presentado este fin de semana en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, ha dado mucho de que hablar porque ha brindado frescura a un tema que se ha desgastado ante la opinión pública. Al haber enmascarado a víctimas y victimarios, el cineasta ofrece una nueva mirada a la violencia en México. Al eliminar los rostros y los gestos, el cineasta obliga a los espectadores a conectar la mirada con sus personajes y a escuchar sus relatos. Sus facciones son desconocidas, pero las palabras nos dejan pistas de los horrores que vivieron. Los acentos, las pausas y, sobre todo sus silencios.

“Quise hacer un ejercicio sobre las posibilidades de verdad que puede ofrecer un documental”, explica González en Guadalajara. El director llevó más allá la idea de anonimato que brinda la máscara. En las entrevistas, los personajes estaban sentados ante un espejo. Frente a ellos observaban una mezcla de su imagen con la del director, que conducía la entrevista detrás del objeto reflejante. “Generaba una catarsis muy peculiar. Hizo que estuvieran en un soliloquio, en una autoconfesión y les generaba cosas muy raras porque estaban hablando con una figura que no reconocen pero que son ellos mismos”.

Everardo González ha sido un polemista del documental. Durante varios años ha discutido los límites del género y ha criticado públicamente a quien le parece que manipula en las obras. En La libertad del diablo él mismo empuja esta frontera ética. “El documental sigue siendo una construcción, una interpretación. Sé que puede ser cuestionado, pero respeté mis cuestionamientos éticos”. El cineasta afirma que sus dudas se evaporaron una vez que las víctimas avalaron utilizar las máscaras. Fueron también estas quienes accedieron que los victimarios fueran entrevistados.

Los testimonios que llenan La libertad del diablo son un trabajo coral del horror mexicano. Hablan las hijas de los desaparecidos que tuvieron que huir del país después de que hombres armados asaltaran su casa. Un hombre cuenta que fue vejado por mujeres policías en el norte de México. Otro habla de la visita que tuvo que hacer a un capo para pedirle que le dijera, por piedad, adonde se habían llevado a sus hermanos. Una madre que reconoció a sus hijos por las zapatillas que se asomaban de una de cientos de fosas que existen en el país. Un policía federal reconoce haber ejecutado extrajudicialmente a presuntos delincuentes por “justicia” y un soldado que afirma haber desertado del Ejército cansado de la corrupción y los abusos.

El director asegura que La libertad del diablo abona a una discusión sobre la “amnistía” que los mexicanos deberán abordar “tarde o temprano”. El documental abre un abanico de opciones para escuchar a las víctimas de la violencia y lo González llama “víctimas del entorno”, aquellos que eligieron la delincuencia porque sus oportunidades fueron anuladas por la pobreza o las fallas del Estado. “Cuando llegue el momento de discutir la amnistía solo deberían opinar las víctimas. Solo ellas tienen la autoridad moral para cuestionar todo esto”.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Calor- Rafael Pérez Gay

Calor

Si la tendencia persiste, la temporada de calor durará dos meses en los que nos cocinaremos bajo temperaturas máximas históricas. La historia de la ciudad no guardará memoria de una ola de calor tan intensa. Han empezado a ocurrir cosas raras. Enloquecidas por el cambio climático, una intrépida brigada de cucarachas ha tomado la calle. El sol rajaba piedras. Ningún científico nos ha explicado por qué las cucarachas de nuestros días han alcanzado tamaños espectaculares. Las de mi infancia eran pequeñas, fundaban pueblos en la  cocina y bastaba un bote de H-24 para acabarlas. En cambio ahora podrían aparecer en lugares insospechados para una cucaracha y además de su peso y estatura son velocísimas. Al verlas tan cerca de la puerta de mi casa, las perseguí, las arrinconé y al final logré liquidarlas.
Según mis observaciones, estos insectos aparecen con la canícula, el problema es que no sé si son los primeros o los últimos de la temporada de calor. He puesto un termómetro bajo el sol. No sé para qué lo hice ni qué sentido pueda tener como no sea torturarse con la idea de que el calor está perrísimo y que si uno camina bajo el sol lo hará con 30 grados centígrados en la cabeza. También he puesto el termómetro en la sombra. Ahí marca 27 grados. Este aparato también mide la humedad del ambiente. Vístanse con prendas ligeras e hidrátense. Me pregunto: ¿he llegado a la edad de los bochornos? Yo sostengo que estas sofocaciones no están relacionadas de momento con el perfil hormonal ni con el climaterio, esos calores son la consecuencia simple y terrible de que estamos a 28 grados centígrados. Así las cosas, durante la canícula todos pasaremos por el arco de la menopausia. Un señor del Meteorológico ha dicho que en CdMx, una temperatura de 30 o 32 grados equivale a una de 40 en el trópico, puesto que estamos en un clima muy seco y el asfalto absorbe el calor.
Me sugestioné tanto con las noticias de las redes  que terminé tirado en un sillón en grave estado de somnolencia y abulia. He abandonado el cuarto, un horno, y he decidido no volver la mayor parte del día, solo lo uso para dormir. Abrí la ventana, la intemperie es lo mejor y la lucha a muerte con los moscos una misión imposible. Por las noches me escondo debajo de la sábana, para que no me vean los mosquitos, y sueño que escribo un artículo en una rosticería en la que me han confinado mis enemigos. ¿No tienen calor?
rafael.perezgay@milenio.com
Twitter: @RPerezGay

miércoles, 21 de febrero de 2018

Un bar - Rafael Pérez Gay

21/02/2018 12:35 AM


En el libro 200 lugares Imprescindibles de Centro Histórico pusimos una placa en las afueras de Madero y Zócalo, en el bar de Peter Gay. Durante muchos años me persiguió la imagen de una fotografía. Aparecía dentro de un portarretratos en una mesa de la sala, o entre los archivos familiares, o en una copia ampliada y puesta en una pared de linajes perdidos. Un hombre blanco, pasados los 50 años, posaba de frente ante la luz del magnesio y miraba algún lugar de finales del siglo XIX. Como los fantasmas que eligen a alguien en el mundo de los vivos para depositar un mensaje, yo imaginaba que ese hombre detenido en el tiempo gracias a la magia de la fotografía me buscaba para revelarme un secreto. Tenía la frente amplia, los ojos claros y usaba un fez en la cabeza, me refiero a esos gorros rojos de los que se desprende un listón negro y cuyo final termina en una borla de seda. Se usan en Turquía, en Egipto, en Marruecos. A veces mi padre se ponía el fez para celebrar con ese rito cotidiano su pasado:

Yo pensé que miraba a Peter Gay hasta que descubrí más bien que él me miraba a mí desde algún lugar del año 1900, cuando el nuevo siglo subía el telón y mostraba los sueños del siglo XX. Eran ilusiones modestas en una ciudad de calles enlodadas de las que se desprendían olores fétidos por los precarios drenajes; calles mortecinas de un alumbrado principiante, basurales en los callejones, prostitutas en la calle de Independencia, victorias y landós atascados en el fango; pulquerías y cantinas; compungidos devotos a la salida de los templos, multitudes a las afueras del Teatro Principal. Una ciudad pequeña, rudimentaria, tan abrumada por los problemas como devorada por la ilusión parisina.

En esa ciudad Peter Gay fabricó su propio sueño. Yo sabía por los relatos de mi padre que mi bisabuelo había sido cantinero. El salón Peter Gay estaba en la esquina de Portal de Mercaderes y Madero, “donde después quedó establecida la cantina El Moro y antes el café de El Cazador”. Formaba parte de los bares a la manera americana que poblaron las calles de Ciudad de México, como el Salón Bach y el Peñón Turf Exchange ubicados en San Francisco (hoy Madero), o el New Orleáns establecido en 5 de Mayo en el Hotel Comonfort. Ahí tomaban coñac el general Sóstenes Rocha, el doctor Porfirio Parra, el militar Arnulfo Arroyo. Alguna vez, Peter le sirvió el aperitivo al general José María Pérez Recio, general divisionario y jefe del Estado Mayor de Bernardo Reyes, ministro de Guerra de Porfirio Díaz. La vida no les dio tiempo para ver a sus hijos, la hija de Gay y el hijo del general Pérez, enredarse en una larga trama que llega hasta esta página del periódico. 

rafael.perezgay@milenio.com

Twitter: @RPerezGay

martes, 13 de febrero de 2018

Misterios de la sala oscura

13/02/2018 02:02 AM


México

Es cierto que los espacios para la crítica en general son mucho más escasos de lo que fueron, y que sin duda esto incluye a la crítica de cine, que ha perdido territorio para cedérselo a la entrevista o la crónica a menudo muy ñoñamente admirativa. Fernanda Solórzano se cuenta, brillantemente, entre quienes han defendido la trinchera en México. Lo ha hecho, desde hace ya varios años, en la revista Letras Libres, atenta al día a día del cine que podemos ver en estas tierras, el local y el foráneo. Y lo hace ahora con un libro, Misterios de la sala oscura: ensayos sobre el cine y su tiempo (Taurus), donde se revela una crítica de primera línea que es mucho más que una crítica cinematográfica.

El título es impecable, de entrada, porque el corazón del libro es efectivamente el cine en relación con su tiempo. Los protagonistas son los directores y sus películas: Spielberg y Tiburón, Bertolucci y su Último tango, Zemeckis, Coppola y El padrino, Matrix, Kubrick… De entrada, la capacidad analítica de Fernanda, su capacidad para diseccionar una película, propia de quien ejerce la crítica en publicaciones periódicas, es envidiable. Pero lo que hace diferente a este libro, la clave de su riqueza, son esas otras tres palabras del título: y su tiempo. El cine, para Fernanda, es una lente para mirar al mundo, una herramienta cultural para leer la realidad, de la misma manera que esa realidad ayuda a enriquecer su lectura del cine. Misterios… es un libro en el que el cine y quienes lo hacen dialogan de manera natural, fluida, clara, elegante, con un entorno cultural complejísimo que va del psicoanálisis a los movimientos feministas, de Tom Sawyer y El guardián entre el centeno a la contracultura, de los Rolling Stones a Marx, y de las pandillas de Mánchester en el XIX a las neoyorquinas en el XX, o sea de la Revolución Industrial a la inmigración irlandesa en Estados Unidos. La crítica, como la entiende y la practica la autora, es pues esa expresión mayor de la escritura que han reivindicado autores de otros territorios culturales, por ejemplo Christopher Domínguez.

Compren este libro, léanlo con el desorden que permite el hecho de que sea una recopilación de ensayos independientes, no un tratado, y vean o vuelvan a ver las películas que lo vertebran. Aprendan de cine. Pero no pierdan de vista que a Misterios de la sala oscura le acomoda también esa otra palabra del título: ensayos. Fernanda Solórzano es una ensayista. Una ensayista, si me permiten una referencia justa, sin adjetivos.

miércoles, 24 de enero de 2018

La forma del agua-



Publicado el 12 - Ene - 2018











PrevNext


por Alfonso Flores-Durón y Martínez

Videos. El detrás de cámaras de 'The Shape of Water' de Guillermo del Toro

Aquí puedes ver 'Geometría', primer cortometraje de Guillermo del Toro

Guillermo del Toro y sus 5 consejos para hacer cine

Video. El trauma y lo fantástico en el cine de Guillermo del Toro

“Unable to perceive the shape of you, I find You all around me. Your presence fills my eyes with Your love, it humbles my heart, for You are everywhere…”.



La pantalla se abre oscura, con apenas un refilón de luz proveniente de lo que parecen ser unas burbujas expresándose. Una voz en off nos prepara para conocer la historia de una peculiar princesa: una fábula de amor y pérdida. Enseguida descubrimos estar bajo el agua, como en el fondo del mar, dentro del que hay una especie de cueva que, recorrida hasta el final, desemboca en la estancia de un apartamento anegado en el que flotan mesas lámparas, libros y en un sofá también suspendido en el agua, apacible, duerme Elisa Esposito (Sally Hawkins). Al sonar el despertador, Elisa despierta en esa misma estancia, pero en su versión seca. Aunque la cámara parece seguir levitando y realiza un ágil recorrido por el apartamento, para después traspasar el piso y descender a través de la obra negra hasta el nivel inferior en el que se encuentra una bella y grande sala de cine en la que, en ese momento, se proyecta un filme para apenas un puñado de espectadores. Permanecemos ahí solo unos segundos y regresamos al apartamento de Sally para verla cumplir con la repetición de sus precisos rituales de preparación para el trabajo que incluyen un apacible baño de tina y, en él, un delicado acto de masturbación.

Al terminar, la acompañamos mientras visita brevemente a su vecino del apartamento contiguo, Giles (Richard Jenkins), un hombre viejo que se dedica a dibujar anuncios comerciales mientras ve películas por la televisión; en ese momento, The Little Colonel (1935), durante la secuencia en la que Shirley Temple baila tap en unas escaleras con el gran Bill (Bojangles) Robinson. Entonces, nos enteramos que Sally es muda, detectamos que él es gay y advertimos que se estiman genuinamente, y se procuran. Giles se queja de que cada vez le es más difícil colocar sus trabajos pues la publicidad en impresos empieza a optar por la fotografía. Después, vemos a Elisa salir de ahí, caminar por el pasillo exterior e intentar unos pasos de tap como los del filme y, luego, abandonar el edificio, para recibir los saludos del dueño del cine, quien le regala dos boletos y la promesa de refrescos y palomitas gratis si lleva algún acompañante, pues cada vez le es más difícil llevar asistentes a su negocio. Finalmente, la chica toma el autobús que, de noche, la lleva a su trabajo.

En una continua, extensa y hermosa secuencia que se desliza entre lo onírico y lo lírico (asumiendo que no necesariamente fueran lo mismo), el realizador mexicano Guillermo del Toro deja diseminados temas, estilo, ritmo, estética, tono y personalidades. Elisa no se ajusta al típico molde de una princesa pura, pues se permite gozar los placeres sexuales (más allá de que ella misma los satisfaga) sin pizca de culpa, y sin necesidad de representar, tampoco, un símbolo de emancipación femenina; es una mujer, imperfecta, incompleta, pero digna y autosuficiente, es sensual y tierna como lo es el filme de Del Toro. Y le tocó desarrollar su etapa adulta a principios de los sesenta, cuando el mundo sobrelleva la tensión de la Guerra Fría y parece explicarse de forma binaria (como suele leer Del Toro el modo en que se interpreta la realidad, a partir de opuestos): Estados Unidos o Rusia, el cine o la televisión, el diseño gráfico o la fotografía, el día y la noche, lo bueno y lo malo, lo nuevo o lo viejo: yo y/o el otro. En tonos de un bello azul verdoso (más bien turquesa), bajo la cadencia del jazz y los decorados con olor a fuente de sodas, The Shape of Water se disfraza de película clásica del Hollywood de aquella época, pero en realidad es un filme de una sofisticación visual, sonora, narrativa y conceptual que puede, sin regateos, considerarse como un auténtico filme de autor.

Tanto en El espinazo del diablo (2001), como en El laberinto del fauno (2006), Del Toro demostró ser mucho más que un realizador de género, de películas visualmente atractivas y bien contadas. En realidad ya desde Cronos (1999), su ópera prima, había puesto en manifiesto un talento especial para oxigenar con recursos creativos e ideas originales la historias de vampiros, fantasmas y/o monstruos. Seres cuya existencia (real o imaginaria), reconoce Del Toro, le ha fascinado desde niño pues ellos, más que reflejos deformados de la figura humana, enemigos a los que se tiene que combatir o entidades que tienen como fin desestabilizar el sistema nervioso y mental de los humanos representan, según lo ha clarificado, una especie de “cosmología espiritual” para él, una auténtica fuente de belleza que, al mismo tiempo, funciona como metáforas vivas, que literalmente respiran y que nos confrontan con nuestros miedos y deseos. La verdadera monstruosidad está instalada en el corazón de los hombres (incluso más que de las mujeres, en su cine), y no en la apariencia de quienes se ven distintos, no importa si son negros, homosexuales, discapacitados, extranjeros o raros. El monstruo simboliza la otredad, aquello que nos es desconocido y, por tanto, nos intimida, nos atemoriza. “Nosotros llamamos rostro al modo en el cuál se presenta el otro, que supera la idea del otro en mí”, decía Emmanuel Levinas. El otro no es lo que pensamos de él, ni depende de ello, y el reto consiste en atrevernos a conocerlo, a relacionarnos con él, pues en esa apuesta se juega buena parte de lo que al final somos y en lo que nos convertiremos.

Cuando Elisa llega a su trabajo, en un laboratorio para investigaciones del gobierno estadounidense donde se llevan a cabo acciones y experimentos secretos, conocemos a su amiga, Zelda (Octavia Spencer), una mujer negra a la que, de inmediato, le vemos un gesto de compañerismo, permitiendo a Elisa saltarse la fila para checar su tarjeta de entrada (a las 12 de la noche) a tiempo. Se trata de una noche especial, pues está por llegar un ‘activo’ al que se le espera con particular interés y para el que se ha construido una fosa acuática. Se trata de una criatura aparentemente agresiva (a decir por la extrema seguridad con que ha sido trasladada) que, nos enteramos, habitaba en algún río del Amazonas. Al llegar a la zona de acceso restringido en la que se alojará al invitado, Elisa y Zelda se encuentran haciendo las labores de limpieza por las que están contratadas. Elisa se acerca a asomarse a la ventanilla que tiene la cápsula metálica que lo transporta y se ayuda con los dedos para lograr mejor visibilidad cuando se escucha un rugido feroz y lo que sea que está en el interior golpea con fuerza la ventanilla. El científico encargado de la atención médica del paciente, el Dr. Robert Hoffstetler (Michael Stulhbarg), y el oficial responsable de la misión, el arrogante Richard Strickland (Michael Shannon), se encargan de establecer el orden y llevar a buen término el proceso para depositar a la criatura en su pileta. Al salir de la cápsula, se revela un monstruo de aspecto anfibio y complexión humana (Doug Jones), de gran tamaño, que se sostiene en dos patas pero con porte de torero caro. Elisa, que se había quedado espiando para conocerlo, queda impresionada por lo que ven sus ojos.

A partir de ese preciso momento, la vida de Elisa se trastoca por completo. Sus ojos, su mente, sus esfuerzos se enlazan en una misma órbita: la que la llevé, religiosamente, a esa pileta. El sentido de su existencia descansa, de modo absoluto, en la promesa que cada día le traerá de ver a ese monstruo que, por cierto, feo no es. Siendo “eso” un “él” -por ser, aparentemente, del sexo masculino-, como buena mujer (al menos de las de los sesenta, no empiecen a hacer bilis), Elisa intenta conquistarlo, en un inicio, a través del estómago. Entonces, todos los días se luce y le lleva su especialidad culinaria: un huevo cocido. Con sigilo, se introduce subrepticiamente en la zona restringida para comer su lunch todos los días y, aprovecha, para alimentar a su galán acompañados de la música que ella pone en un tocadiscos que mete a escondidas. Entre ellos empieza a desarrollarse una relación basada en el respeto, en la ternura, en la aceptación del otro tal cual es y, es cierto, de un deseo sexual mutuo. El monstruo no habla, pero emite alaridos de los que amedrentan hasta a los más valientes, menos a Elisa. Ella no produce sonido alguno de su boca; se expresa con sus manos, con su mirada, con su alma, y él comienza a entenderla. Se entabla un proceso de comunicación entre uno y el otro.

Mientras tanto, los oficiales con Strickland al mando le temen, desconfían del monstruo y, para someterlo, lo agreden, lo lastiman, le causan daño. Strickland lo ve como un enemigo al que no entiende –ni le interesa hacerlo- que debe ser eliminado; además de que si lo hace terminaría con el caso y eso le permitiría abandonar esa ciudad, Baltimore, que detesta, que no lo merece. Cuanto antes, mejor. Por su parte, el Dr. Hoffstetler se encarga de curar las heridas que Strickland le inflige al monstruo, de cuidar su estado de salud, supuestamente porque es importante analizarlo, estudiarlo a detalle y así tomar ventaja a los soviéticos en caso de que puedan desarrollar experimentos que les permitan sacarle provecho; por otro lado, porque en realidad Hoffstetler es un espía ruso infiltrado que informa a sus superiores sobre todo cuanto ocurre con el monstruo. En un principio, el plan para los soviéticos consiste en raptar al monstruo; empero, nerviosos por las ventajas que de él pueden ir aprovechando los norteamericanos optan por, sencillamente, ordenarle al doctor que lo mate. Hoffstetler tiene un genuino interés por examinar al monstruo además de que, habiendo descubierto (viéndolos con discreción, a la distancia) el vínculo que se creó y floreció entre Elisa y el monstruo, también ha terminado encariñándose con la criatura.

Giles batalla cada día más entre sus problemas laborales, la admisión de que sus mejores días no fueron tan buenos y ni así regresarán, y el padecimiento de rechazos por sus preferencias sexuales (además de atestiguar la segregación que sufren los negros hasta para ser atendidos en cafeterías); la asimilación de una colosal soledad que difícilmente podrá amortiguarse. Zelda expulsa siempre de su boca el comentario ocurrente, ingenioso y muy chistoso, como para compensar todo lo que no puede decir su amiga pero, sobre todo, a modo de desahogo por la frustración que le causa sobrellevar un matrimonio que tiene años de no darle más satisfacción que la que provoca poner tierra de por medio con su marido, incluso si es para limpiar meadas y cagadas de otros hombres igualmente detestables; ser negra en esos años, fuera de su casa y del trabajo, puede generarle aún peores experiencias que esas que ha aprendido a tolerar. El señor del cine sigue afligido, pues parece no haber manera de recuperar a los clientes que ahora pueden ver películas desde la comodidad de su hogar a través de una caja sobre la que tienen el control, como Giles. Elisa se entera de los planes que guardan los oficiales para con su adorado caballero, y sabe que su vida entera le va en permitir que le arrebaten la razón gracias a la cual ha podido conocer la felicidad. No teniendo más opción que recurrir a Giles y Zelda, sus verdaderos amigos, compañeros que como ella y el monstruo viven en los márgenes de lo bien visto por la sociedad, que como ellos no tienen voz, tendrá que idear un plan para salvar a su enamorado.

En los dos filmes previos de Del Toro hechos fuera de México que mayor valor artístico y de discurso tienen, El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, el director contó dos historias ubicadas en el brutal período de la Guerra Civil española, y lo hizo desde el punto de vista de dos infantes. En ambos eran las presencias sobrenaturales (un fantasma y un monstruo, respectivamente) quienes de una u otra forma salvaban a los niños (en esta vida, o resguardándolos en otra) de la representación de la maldad humana en tiempos convulsos. En The Shape of Water lo vemos todo desde la perspectiva de una mujer, adulta, pero que también es rescatada por un ser extraño, diferente. Incluso sin necesidad de abordar temas de vida o muerte, desde que Elisa lo conoce, gracias a lo que él provoca en ella, es que puede romper con su monotonía, sacudirse el polvo de la indolencia, darle forma a un vacío que la tenía en ese proceso de marchitamiento en el que se tiende a caer si se le va perdiendo el gusto a los días. Su vida recobra significado a partir de la mirada, de su encuentro con otra mirada, de su experiencia a través de los sentidos con un ser desconocido que, como ella, es diferente a los demás (aunque, para ser honesto, un poco más diferente que ella).

No es necesario conocer la historia de Elisa para saber de todos los problemas, burlas y discriminaciones que ha sufrido en su vida. Sí se nos da a conocer que fue abandonada por sus padres, encontrada a las orillas de un río, rodeada de agua. Así, en los márgenes, aprendió a desarrollarse y del agua proviene su caballero quien, aunque se menciona que era visto como deidad en el sitio donde lo atraparon, ahí, en ese laboratorio de Baltimore, también es un descartado. Los dos, rechazados, se aceptan como son. No hay forma en que pudieran cambiarse, pero ni lo intentan. Se enamoran ella de él, y viceversa, de lo que el otro es, de lo que representa, de lo que ven más allá de lo que se ve. El amor de ella, al no tener voz, se expresa casi en su totalidad a través de la observación. Los ojos de Elisa hablan, le dicen todo lo que puede ser dicho al monstruo; la forma en que lo ve lo convence, lo exalta, lo transforma; a ella la hace más libre de lo que nunca fue. Y él se le muestra como un ser inteligente, que entiende las emociones y que se emociona, que le cree, que se revela vulnerable y percibe la vulnerabilidad de ella, pero que igualmente, a través de cómo la ve es que la acepta y, al mismo tiempo, se le ofrece. Su comunicación es plena, está cargada de pureza y los llena de fuerza para atrever amarse y para enfrentar lo que sea que se les quiera interponer. El imprescindible ejercicio de paciencia que exige el amor cuando en realidad lo es. Y, al mismo tiempo, la dolorosa asimilación de la fragilidad de amor; saber que de un momento a otro, por una razón u otra, se puede perder el amor de esa persona, o se puede perder a la persona.

Todo en este cuento de hadas que es The Shape of Water está pensado, conceptualizado y ejecutado a detalle. El diseño de arte exquisito, instalado en la época que retrata pero que, particularmente en los apartamentos de Elisa y Giles, añade elementos que favorecen una atmósfera que se disloca de lo real. La paleta de colores dominada por un azul verdoso (turquesa) ofrece marejadas de elegancia, de frescura y de ensoñación. La cámara, por lo general manejada desde una grúa, parece flotar permanentemente, con excepción de cuando se concentra en los rostros, en los ojos de los protagonistas, para extraerles todo lo que se expresa más allá de las palabras. Y ellos, los actores, son los depositarios de la confianza del director que, con sus indicaciones precisas y el enorme talento a su disposición, orquesta un ensamble actoral que consolida con inmaculado ritmo y derroche de apasionado histrionismo la verosimilitud del mundo más redondo que ha creado Del Toro en una de por sí rica e imaginativa carrera. Una profunda historia de amor, triste y al mismo tiempo esperanzadora (sustentada en un guion impecable), cargada de finas alegorías políticas que reverberan con mucha fuerza en el mundo actual, particularmente el que predomina en Estados Unidos.

Parece como si Guillermo del Toro hubiera elegido insertar sus filmes previos en géneros de los que suelen considerarse “menores” sí, por gusto, pero también como una provocación. Para demostrar que no le interesaba del todo el reconocimiento de la “inteligentsia” del cine, demostrando ser un autor que trascendía por su calidad, talento, conocimiento de la historia del cine (es una enciclopedia fílmica) e inteligencia los moldes en los que desparramaba sus dones. Empotraba sus historias en el género fantástico y las hacía trascenderlo con detalles, guiños, referencias, destellos. En The Shape of Water ha hecho algo distinto. Ha confabulado un mundo único, una obra que se sostiene por sí misma aunque, juguetonamente, ha incorporado ingredientes de varios y distintos géneros: hay detalles de melodrama, aspectos de ciencia ficción, deslices de comedia romántica, una encantadora secuencia del musical, constantes insinuaciones al ‘noir’ y al thriller, pero sin entregarse de más a ninguno de ellos. Se inspiró en Creature from the Black Lagoon (1954) y, es evidente, en algunos tropos de La bella y la bestia (particularmente en la versión de Cocteau), pero les dio un giro definitivo: el amor sí puede terminar triunfando y el “otro” no tiene que convertirse en príncipe; es condición indispensable para que el amor triunfe aceptar y amar al otro sin necesidad de que deje de ser lo que es. Recurre Del Toro también a la poesía y es con base en la lírica que anula toda posibilidad de que el filme pueda ser clasificado o etiquetado, pues le ha creado un espacio propio en el que se establecen códigos autónomos, unos que el espectador acepta como válidos, donde la emoción impera sobre la razón. Es The Shape of Water, de cualquier forma, claramente un filme de Del Toro (contiene sus sellos y huellas: el agua, la magia, la importancia del otro, la tolerancia, la riqueza visual, el retorcido sentido del humor, la dicotomía entre el bien y el mal), pero de uno más maduro, más completo, más artista, uno que no solo no teme ser tierno sino que, a partir de la ternura desnuda la honestidad de su declaración fílmica. Uno que ha evolucionado abrazando todo lo que había hecho previamente, depurándolo para lograr la escritura y escultura de esta hermosa carta de amor al cine y al amor; a lo que verdaderamente debe ser el amor.

The Shape of Water ganó el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia (2017).

jueves, 4 de enero de 2018

Reseña: Alejandro González Iñárritu simula un viaje desgarrador en ‘Carne y arena’






Continue reading the main storyFoto

“Carne y Arena” es un híbrido de exhibición artística, reconstrucción de eventos históricos y simulación con realidad virtual del cruce por la frontera de México y Estados Unidos. CreditEmmanuel Lubezki
Read in English
CANNES, Francia — Los migrantes llevan semanas en el desierto, están deshidratados y atemorizados y, cuando son detenidos tras cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, usualmente terminan en lo que se conoce como hieleras. Se supone que son celdas para estancias cortas y ni siquiera tienen camillas, pero también son una suerte de castigo extrajudicial. Una investigación de 2015 reveló que muchos pasan dos días ahí dentro, donde los niños son separados de sus familias y algunos no reciben comida. A veces la piel se les pone azul por el frío.
Eso es lo primero que sientes cuando entras a Carne y arena, un proyecto innovador que es un híbrido entre exhibición artística, simulación de realidad virtual y reconstrucción histórica multisensorial, desarrollado por el director mexicano Alejandro González Iñárritu. Uno ingresa a un cuarto congelado que no tiene más que algunas bancas y te ordenan que te quites los zapatos y las medias. Aún descalzo te trasladas de ese cuarto frío a uno más grande lleno de arena. Allí los auxiliares te entregan unas gafas de realidad virtual Oculus Rift, un par de audífonos… y una mochila.
De repente te rodea la oscuridad y estás en la frontera, en peligro.
A la distancia se ve una mujer anciana con el tobillo lastimado que pide ayuda en español; hay un coyote quejándose en inglés de que ella retrasa a todos los demás. Puedes caminar sobre la arena y acercarte; el dispositivo de Oculus tiene un detector de movimiento. Pero en un abrir y cerrar de ojos aparece un helicóptero sobrevolando, apuntándote con su luz, y los agentes fronterizos con sus perros y sus armas te ordenan que levantes las manos. Hay un rifle en tu cara y, por instinto, las levantas.
Carne y arena tiene urgencia política y logros técnicos importantes. Es la primera instalación de realidad virtual en ser mostrada como parte de la selección oficial del Festival de Cine de Cannes, que acaba de inaugurar su 70 edición.
El debut en un hangar de aeropuerto, lejos de los paisajes glamorosos de la avenida Croisette, anticipa la exhibición del proyecto en diversos institutos de arte, empezando por Milán. La muestra también viajará a dos museos a uno y otro lado de la frontera que el presidente Donald Trump ha prometido dividir con un muro: el Los Angeles County Museum of Art (LACMA) exhibirá el proyecto a partir de julio y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco en Ciudad de México lo hará a partir de septiembre.


Continue reading the main storyFoto

González Iñárritu durante la producción del proyecto de realidad virtual "Carne y arena" CreditChachi Ramírez

El proyecto de realidad virtual, o RV, tiene un rigor y una determinación similar a la de las películas anteriores de Iñárritu, como la épica de The Revenant o Babel, que se llevó el premio a mejor director en Cannes en 2006. Pero Carne y arena no es una película y parte de su éxito es que lo sabe: Iñárritu reconoce que la realidad virtual es otro medio que plantea retos narrativos y teóricos distintos. No es posible hacer posedición, no se puede cambiar el encuadre, los personajes tienen que ser tridimiensionales.
Es casi una mezcla de videojuego con teatro en vivo y, para hacerlo bien, hay que pensar tanto de manera técnica como teórica, como un si uno fuera filósofo. Iñárritu se tardó cuatro años en idear Carne y arena —en medio hizo Revenant—, pero lo logró.
El componente de realidad virtual dura alrededor de siete minutos. En esa parte, los paisajes son fotografías sobre las cuales se interponen los actores, incorporados de manera digital. Los avances en la tecnología —y el hecho de que la arena esté ahí bajo tus pies— hacen que la experiencia realmente te transporte. Cuando se levanta el polvo al dar un paso, se te olvida que la Ribera Francesa está justo afuera. (El director de fotografía Emmanuel Lubezki, colaborador frecuente de Iñárritu, es quien tomó las imágenes detalladas y amenazadoras de los exteriores que se usan en la RV).
Sin embargo, sí hay algunos problemas tecnológicos. Las limitaciones del medio quedan en evidencia cuando te acercas a los actores; no son profesionales, sino migrantes indocumentados de México y Centroamérica, cuyas 14 historias individuales son contadas en retratos montados en el último cuarto que compone el proyecto. Para que pudieran ser vistos desde cada ángulo, grabaron toda su actuación en un estudio de filmación con sensores y luego fueron agregados a las tomas de manera digital. Eso significa que, aunque su ropa y sus movimientos son convincentes, de cerca su piel parece de reptil y sus rostros genéricos.
Aun así, me arrodillé e intenté traspasar esos cuerpos digitales, solo para toparme con un corazón que latía. El poder de Carne y arenasurge en buena medida de las historias reales de los migrantes y, aunque sigue siendo una obra de ficción, tiene estos destellos poéticos que lo separan de la cantidad de documentales de realidad virtual que ya existen.
En el momento en el que los agentes fronterizos están gritando que todos se pongan de rodillas y levanten las manos, hay un destello y una nube de humo. Los agentes desaparecen y empieza una secuencia de ensueño.
El coyote está sentado en un camión, leyendo un libro de poesía. La mujer con el tobillo roto tararea una canción de cuna y ahora está sentada en una mesa que apareció de la nada en el desierto. Cuando te mueves hacia la mesa, la superficie de madera se deforma. Aparece un hoyo dentro del cual hay un barco hundiéndose; esto evoca otra de las crisis migratorias del mundo, en el Mediterráneo, a pocos pasos de la Croisette. Tal como ese momento irreal en el que te puedes adentrar en los corazones latientes de los migrantes, este sueño humaniza a todos aquellos en quienes solo pensamos como un todo sin tomar en cuenta las partes.
Una razón por la que se puede experimentar la desesperanza migratoria de manera tan potente en Carne y arena es porque se hace de manera individual. De este modo, la realidad virtual es completamente distinta a las proyecciones en Imax o el cine con lentes 3D. Los directores y los artistas tienen que pensar en una coreografía de espacios y no de encuadres o fotogramas, y siempre hay que calcular que hay un punto de vista cambiante. Cuando usas el aparato de realidad virtual te vuelves el actor principal pero también, en cierta manera, eres el director de fotografía.
Es por esa razón que, aunque se puede comparar a Carne y arena con Babel o Revenant, durante mi tercer recorrido me quedó claro que su mayor similitud es con Birdman, que Iñárritu y Lubezki presentaron como una toma continua de dos horas. Esa coreografía que idearon para Birdman, de una cámara que se traslada por un teatro en Broadway, probablemente ayudó a Iñárritu a modelar las relaciones espaciales y el conjunto de imágenes al estilo de realmente-estás-ahí que la RV necesita. La edición clásica de Hollywood ya no sirve, y la narrativa se tiene que transmitir de otras maneras: a través del sonido, el ambiente y los encuentros físicos.
La realidad virtual, a la larga, no es cine ni arte visual. Es un medio que busca convertirse en un no-medio; un conjunto de imágenes y sonidos que replica o incluso supera a la vida real.
Son ambiciones antiguas. Las tecnologías para ver algo en 3D han existido durante siglos, desde los lentes convexos del siglo XVIII o las gafas que simulaban profundidad en el siglo XIX. Si la realidad virtual realmente va a cambiar las instituciones de arte o si desaparecerá como esos aparatos todavía está por verse.
Pero lo que ha comprobado Iñárritu con este formidable trabajo es que hacer de la RV algo más que una atracción secundaria está en las manos de los artistas. Y que algunas historias nos pueden conmover más si nos transportan de lleno a las vidas de los protagonistas. Una de esas historias es justamente la que sucede cada día en la frontera estadounidense —y en el Mediterráneo— y es protagonizada por personas que no quieren otra cosa más que un lugar mejor.