jueves, 23 de octubre de 2014
Crónica: 43 veces justicia por Ayotzinapa
Otra vez el Zócalo fue el epicentro del dolor... Hasta Ahí los 43 madres y padres de los jóvenes de la Normal Rural Isidro Burgos encabezaron la multitudinaria marcha.(Cuartoscuro)
Si hay 43 formas o más de clamar por un desaparecido, todas se gritaron sobrePaseo de la Reforma, Avenida Juárez, 5 de Mayo y el Zócalo capitalino.
"1... 2... 3... 4... 5... ...41... 42... 43... ¡Justicia!"; "¡Fue el Estado!"; "¡vivos los queremos!"; "¡Ayotzi vive, la lucha sigue!"... Gritos de ayuda acompañados de luces que se extinguían y volvían a encender en veladoras y antorchas.
Otra vez el Zócalo fue el epicentro del dolor... Hasta Ahí los 43 madres y padres de los jóvenes de la Normal Rural Isidro Burgos encabezaron la multitudinaria marcha, se apostaron en un templete y hablaron:
"¡Tienen dos días para entregárnoslos o tomaremos medidas más violentas!", amenazó uno de los papas con el dolor apoderándose de su garganta y la rabia explotando en lágrimas a través de sus ojos.
Los padres miran a la multitud, tienen ojeras porque durante 26 noches no han dormido, explica un normalista.
"Tienen ganas de cerrar los ojos y abrirlos en un país donde estén sus hijos", agrega.
Otra vez Bernabé, el papá de Adán dejó su parcela donde siembra maíz y frijol en Ayotzinapa y vino al DF a contar su historia.
"Yo le dije a mi'jo: Vas a estudiar la Normal, porque somos pobres", dijo Bernabé... Luego volvió a su lugar y se aferró a la fotografía en la que su hijo sale tan serio. Es ese pedazo de plástico con la fisonomía de Adán impresa lo más cercano que lo puede tener ahora.
"Mi hijo lo es todo... y no lo puedo encontrar", gritó otro padre cuando el nudo en su garganta le dio tregua. "Les voy a dejar mi teléfono... 754 100 10 14... Llámenme"... Y pasó el micrófono a otro padre.
"Tenemos la esperanza de que mi hijo Carlos regresará a la casa" pronunció un adolorido hombre de gorra y chamarra de mezclilla.
Esta vez Lorenzo Francisco, papá de Luis Ángel prefirió no hablar, se quedó sentado en su asiento mirando los ríos de gente que tres horas después de iniciada la marcha seguían llegando al Zócalo. Quizá entre los que llegan está su hijo.
El clamor de ayuda y el dolor se mezclaron con la rabia. Cada padre que tomaba el micrófono remataba su participación con una exigencia: que el presidente Enrique Peña Nieto, que el gobernador Ángel Aguirre, que el presidente municipal de Iguala, Luis Abarca, paguen por haberles arrebatado a sus hijos.
Los miles de asistentes los arroparon con sus gritos. Con los "no están solos" con "los queremos vivos".
De dolor también se calla
En Paseo de la Reforma se escuchó "uno, dos, tres, cuatro, cinco...", no era el conteo del mambo ni la cuenta de protección de un boxeador, el conteo llega a 43 y termina con un grito exigente de justicia para los normalistas de Ayotzinapa levantados y desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala.
'Presentación', 'presentación' era el tercer apellido que acompañaba el nombre de los normalistas en mientras se recorría la emblemática avenida de la Ciudad de México.
Una luz para Ayotzinapa se encendió en el corazón del país.
Normalistas de Morelos y Oaxaca marcharon con disciplina, en línea, sin perder la fila y la organización, viajaron kilómetros y exigen la presentación con vida de sus 'camaradas' de Ayotzinapa.
"Gobierno corrupto, por tu cumpla estoy de luto", y "A las normales rurales, las quieren desaparecer, nosotras con sangre, las vamos a defender", gritaban y caminaban luciendo una playera blanca, en las manos veladoras y fotos de los ausentes.
La rabia de los manifestantes era mucha pero tenía número: presentación con vida para los 43 normalistas desaparecidos y justicia para los 3 estudiantes de Ayotzinapa que perdieron la vida por un ataque de la policía municipal.
Estudiantes de la UNAM, IPN, UAM y diversas instituciones demandaban esclarecer los hechos de Iguala.
La noche comenzó a caer, las veladoras fueron prendidas y eran abrazadas por los carteles con los rostros de los desaparecidos, algunos encendieron antorchas o aerosoles, todos para llevar una luz solidaria a padres de familia y compañeros de los normalistas de Ayotzinapa.
Jóvenes anarquistas corrían con mazos y tubos entre los contingentes, en avenida 5 de mayo calculaban, se desplazaban y rompían cristales para emprender la huida y mezclarse entre los manifestantes.
La expresión de dolor alcanzó varios metros, desde el Ángel de la Independencia, y porque de dolor también se calla, el silencio se mantenía pero al llegar a la torre del Caballito despertaba el grito "Ayotzi, aguanta el pueblo se levanta".
Las autoridades estimaron 60 mil asistentes a la movilización... Pero en las estimaciones aun faltan 43.
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