miércoles, 2 de mayo de 2012

Continuidad., Jaime Torres Bodet


No has muerto. Has vuelto a mi. Lo que en la tierra
—donde una parte de tu ser reposa —
sepultaron los hombres, no te encierra
porque yo soy tu verdadera fosa. Dentro de esta inquietud del alma ansiosa
que me diste al nacer, sigues en guerra
contra la insaciedad que nos acosa
y que, desde la cuna, nos destierra. Vives en lo que pienso, en lo que digo,
y con vida tan honda que no hay centro,
hora y lugar en que no estes conmigo pues te clavo la muerte tan adentro
del corazon filial con que te abrigo
que, mientras mas me busco, mas te encuentro.

II
Me toco... y eres tu. Palpo en mi frente
la forma de tu craneo. Y, en mi boca,
es tu palabra aun la que consiente
y es tu voz, en mi voz, la que te invoca. Me toco... y eres tu, tu quien me toca.
Es tu memoria en mi la que te siente:
ella quien, con lagrimas, te evoca
tu la que sobrevive yo, el ausente. Me toco... y eres tu. Es tu esqueleto
que yergue todavia el tiempo vano
de una presencia que parece mia. Y nada queda en mi sino el secreto
de este inmovil crepusculo inhumano
que al par augura y desintegra el dia.

III
Todo, asi, te prolonga y te senala
el pensamiento, el llanto, la delicia
y hasta esa mano fiel con que resbala,
ingravida, sin dedos, tu caricia. Oculta en mi dolor eres un ala
que para un cielo postumo se inicia
norte de estrella, aspiracion de escala
y tribunal supremo que me enjuicia. Como lo eliges, quiero lo que ordenas
actos, silencios, sitios y personas.
Tu voluntad escoge entre mis penas. Y, sin leyes, sin frases, sin cadenas,
Eres tu quien, si caigo, me perdonas,
Si me traiciono tu quien te condenas... Y quien, si te olvido, me abandonas.

IV
Aunque si nada en mi interior te altera,
todo, fuera de mi te transfigura
y, en ese tiempo que a ninguno espera,
vas mas de prisa que mi desventura. Del arbol que cubrio tu sepultura
quisiera ser raiz, para que fuera
abrazandote a cada primavera
con una vuelta mas, lenta y segura. Pero en la soledad que nos circunda
ella te enlaza, te defiende, te ama,
mientras que yo tan solo te recuerdo. Y al comparar su terquedad fecunda
con la impaciencia en que mi amor te llama,
siento por primera vez que te pierdo.

V
Porque no es la muerte orilla clara,
margen visible de invisible rio
lo que en estos momentos nos separa
es otro litoral, aun mas sombrio. Litoral de vida. Tierra avara
en cuyo negro polvo, avido y frio,
del naufragio que en ti me desampara
inutilmente busco un resto mio. Es tu presencia en mi la que me impide
recurperar la realidad que tuve
solo en tu corazon, cuando latia. Por eso la existencia nos divide
tanto mas cuanto mas tiempo en mi alma sube
la vida en que tu muerte se confia.

VI
Si, cuanto mas te imito, mas advierto
que soy la tenue sombra proyectada
por un cuerpo en que esta mi ser mas muerto
que el tuyo en la ficcion que lo anonada. Sombra de tu cadaver inexperto,
Sombra de tu alma aun poco habituada
A esa luz ulterior a la que he abierto
Otra ventana en mi, sobre otra nada... Con gestos, con palabras, con acciones,
creia perpetuarte y lo que hago
es lentamente, en todo, deshacerte. Pues para la verdad que me propones
el unico lenguaje sin estrago
es el silencio intacto de la muerte.

VII
Y sin embargo, entre la noche inmensa
con que me sine el luto en que te imploro,
aflora ya una luz en cuyo azoro
una ilusion de aurora se condensa. No es el olvido. Es una paz mas tensa,
una fe de acertar en lo que ignoro
algo —tal vez — como una voz que piensa
y que se aisla en la unidad de un coro. Y esa voz es mi voz. No la que oiste,
viva, cuando te hable, ni la que al fino
metal del eco ajustara en su engaste, sino la voz de un ser que aun no existe
y al que habre de llegar por el camino
que con morir tan solo me ensenanste.

VIII
Voz interior, palabra presentida
que, con promesas tacticas, resume
—como en la gota ultima, el perfume —
en su paciente formacion, la vida. Voz en ajenos labios no aprendida
— ¡ni siquiera en los tuyos! — voz que asume
la realidad del alba estremecida
que alcanzare cuando de ti me exhume. Voz de perdon, en la que al fin despunta
esa bondad que me entregaste entera
y que yo, a trechos, voy reconquistando voz que afirma tan bien lo que pregunta
y que sera la mia verdadera
aunque no se decir como ni cuando...

IX
¿Ni cuando?... Si, lo se. Cuando recoja
de la ceniza que en tu hogar remuevo
esa indulgencia inmune a la congoja
que, al fuego del dolor, pongo y atrevo. Cuando, de la materia que me aloja
y cuyo fardo en las tinieblas llevo,
como del fruto que la edad despoja,
anuncie la semilla el fruto nuevo
cuando de ver y de sentir cansado
vuelva hacia mi los ojos y el sentido
y en mi me encuentre gracias a tu ausencia, entonces nacere de tu pasado
y, por segunda vez, te habre debido
—en una muerte pura — la existencia.

1 comentario:

  1. Gran poeta, hombre de letras, diplomatico, lo que nos hace falta en estos momentos. pudo ser en toda su máxima expresión mucho más pero su trabajo gubernamental no lo permitió.

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