jueves, 16 de febrero de 2017

Voces de Phoenix - Héctor Aguilar Camín

Voces de Phoenix


México
El sábado pasado acudimos, bajo incitación de Agenda Migrante, a reunirnos con unos 40 migrantes indocumentados en la ciudad de Phoenix, Arizona, el estado más antimigrante y, en ese sentido, más antimexicano de la unión, aunque su dependencia de productos y trabajadores mexicanos sea una de las más altas de Estados Unidos.
Sesionamos en el local de la Arizona Community Foundation, que comparte edificio con las oficinas del senador McCain. Acudieron a la cita el subsecretario de Relaciones Exteriores, Carlos Sada; la cónsul mexicana en Phoenix, Claudia Franco; el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, y un buen grupo de legisladores mexicanos. Joaquín López-Dóriga, León Krauze, Paola Rojas, Yuriria Sierra y Genaro Lozano, condujeron las sesiones.
Frente a nosotros se sentaron durante horas los migrantes a emitir su simple, dura y exigente verdad.
Como he dicho ya, la voz y la experiencia de estos migrantes son un espejo crítico, viviente, de México. El espejo donde podemos ver, con precisión y vergüenza, la pobre calidad de país que hemos creado. Y la heroica cantidad de energía que hace falta para despegarse de su fuerza centrífuga y migrar.
En ninguna parte he escuchado una defensa más ardiente de la unidad de la familia, del valor de la educación y de la calidad del salario como en las voces de estos migrantes que capean la tormenta deportadora de Trump.
Las historias de deportación que deshacen familias parten el alma. Las historias de la educación comparativa que reciben allá y no encontrarían en México, avergüenzan. Y los reclamos por la basura salarial que cobrarían en México por los mismos trabajos que en Estados Unidos les permiten ahorrar y enviar a su país 24 mil millones de dólares al año, son un hachazo moral a nuestra economía de mercado sostenida en los bajos salarios y la naufragante informalidad.
La historia de nuestra indiferencia hacia ese mundo es un capítulo aparte. Quedó resumida en una frase: "La máquina de deportación la empezó Clinton, la siguió Bush, la perfeccionó Obama y es la que usa Trump. Ahora ustedes vienen a visitarnos, pero antes ni ustedes ni México dijeron nada".
hector.aguilarcamin@milenio.com