miércoles, 10 de diciembre de 2014

Mujica superstar - | Ricardo Rocha



José Mujica deja a Uruguay como el país menos desigual de América Latina y con la tasa de empleo más alta de su historia

Cuando me invitaron a tener un diálogo público con él, este domingo en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, me dieron una gran alegría y el más alto honor de mi vida. Pero cuando me pidieron una biografía inicial de tres minutos supe que era una tarea imposible o necesariamente incompleta. Y es que la de este hombre no es una vida, es una peripecia; tal vez con más preguntas que respuestas: cómo es que nació en Paso de la Arena, un barrio marginado a las orillitas de Montevideo; cómo es que resiste la partida de su padre, un pequeño estanciero granjero que muere en quiebra cuando él tenía apenas seis años; cómo y porqué le da por estudiar Derecho; cómo y porqué asume o acepta que la vía no era esa, sino la de las armas, y decide integrarse en la clandestinidad al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros; qué sintió cuando en enfrentamientos armados le metieron seis balazos, cosa
que debe recordar con frecuencia porque todavía tiene entre pecho y espalda dos balas que no le pudieron sacar nunca; cómo lo marcó el ser apresado cuatro veces, haberse fugado dos y entre unas y otras haber pasado en prisión 15 años de su existencia; cómo fue que José, Pepe Mujica, logró voltear de cabeza las normas de los partidos de su país para convertirse en candidato y luego presidente de la República Oriental del Uruguay. Cometiendo en su ejercicio de gobierno dos pecados mortales, según la flexible moral de la inmensa mayoría de los mandatarios de este planeta: decir la verdad y no robarse ni un solo peso.

El que no haya aceptado mudarse a la residencia presidencial y en cambio quedarse en su modestísima casita que allá llaman chacra, que donara el 90% de su sueldo a causas nobles y que insistiera en seguir usando su globalmente célebre Vocho, definen su personalidad; pero no lo son todo.
Su obra de gobierno ha sido espectacular: promovió el matrimonio gay y el derecho al aborto; impulsó programas notabilísimos en favor de los uruguayos más necesitados, sobre todo niños, mujeres y ancianos; y sorprendió al mundo al arrebatar al crimen organizado el negocio del tráfico de drogas, decretando que sea el Estado quien se ocupe de la regulación, la siembra, la distribución y la venta de mariguana. Y para quienes lo acusan de populista, aquí están algunos datos: deja a su país como el menos desigual de América Latina; con la tasa de empleo más alta de su historia; con cifras récords de inversión extranjera en una nación en paz y segura y concluye su gobierno con un 65% de aprobación popular. Nada mal para un presidente de izquierda, que jamás olvidó ni
sus ideales ni sus sueños juveniles de cambiar al mundo. Un hombre que afirma que los políticos debemos vivir como vive la mayoría y no como vive la minoría y que aun las repúblicas se han desviado en sus usos y costumbres hacia la monarquía. Por eso se ha convertido en un referente universal de austeridad, audacia, buen gobierno y sabiduría. Como cuando pregunta: ¿Llama la atención que ande en un autito viejo? 
¡El mundo está loco! Y tiene razón: el abuso, el cinismo y la corrupción de los pocos que cada vez tienen más y la indolencia, la resignación y la desmemoria de los más que cada vez tienen menos, nos han vuelto a todos un poco locos.

El miedo y la paz / Sergio Aguayo

10 Dic. 2014

El antídoto para el miedo y la violencia es la cultura de la paz. Este principio tan elemental es ignorado por quienes gobiernan; y un botón de muestra es la manera como los principales noticieros televisivos informan sobre las manifestaciones.

México es testimonio vivo del triángulo de la violencia conceptualizado por Johan Galtung. El vértice superior sería la fuerza directa física, verbal, visible, y en la parte inferior estarían las violencias estructural pobreza material y cultural.

Somos una sociedad amedrentada de manera intencional. La delincuencia organizada aterroriza a la población para saquearla; los partidos políticos y los gobiernos excluyen la participación ciudadana independiente para saquear sin testigos el presupuesto. Ambos difunden la idea de que lo existente es inamovible, que la mejor opción es la resignación y que el buen ciudadano sólo vota, calla y aplaude. Quien lo dude intente recordar comerciales gubernamentales o partidistas promoviendo la organización ciudadana para defender activamente derechos.

Los últimos dos meses han desmentido el mito del mexicano violento y cruel y el del ciudadano pasivo. Ayontzinapa ha llenado las calles y las redes sociales de personas que vencen el miedo y protestan, en su mayoría, pacíficamente por lo que hicieron con los jóvenes normalistas el Estado y los criminales; y por la corrupción, la violencia, la impunidad y las desigualdades que anegan nuestra existencia. Dadas las condiciones, es hasta milagrosa la fortaleza de nuestra cultura de paz construida sobre el respeto a la dignidad de los otros y del planeta. También se reconfirma que, a excepción de patologías, los individuos no están predispuestos a la violencia.

¿Trascenderá esta indignación? Las redes sociales han mostrado su utilidad para la expresión de enojos individuales. Ese impulso renovador se perderá si no se transforma en tejido social permanente. Y en este terreno hay dos malas noticias: a son notoriamente insuficientes las organizaciones autónomas que existen para canalizar la acción de ese 50% de la población que desea involucrarse en los asuntos públicos; y b ya están en movimiento las fuerzas que promueven la pasividad y la desmovilización. Ilustro esto último con la manera como informaron los noticieros nocturnos de Televisa y TV Azteca conducidos respectivamente por Joaquín López-Dóriga y Javier Alatorre sobre las manifestaciones del 20 de noviembre y del 1o. de diciembre en el Distrito Federal.

Ambos reconocieron que las marchas fueron pacíficas y a esa idea dedicaron 850; el contraste que desconcierta es que dedicaron 2604 a transmitir imágenes de vandalismo, encapuchados y desmanes. Debería quedar registro visual de una sociedad ejerciendo pacíficamente sus derechos; en vez de ello queda una violencia que ni explicaron ni enmarcaron con preguntas relevantes. Por ejemplo, los conductores jamás plantearon la posibilidad de que algunas autoridades federales y capitalinas estén manipulando a estos grupúsculos sospechosamente tolerados con el objetivo de desprestigiar al movimiento y desalentar las protestas.

Las televisoras y los conductores podrían justificarse invocando la libertad de expresión olvidándose del texto de la ley: las estaciones de radio y televisión son concesiones y, por tanto, están obligadas a orientar a la comunidad de forma veraz y objetiva Artículo 4 de la Ley Federal de Radio y Televisión. ¿Fue objetivo el tiempo dedicado por las televisoras a las dos caras de las manifestaciones: la pacífica y la violenta? No lo fue pero la entidad responsable de hacer cumplir esta norma es, en primera instancia, la Secretaría de Gobernación. ¿Se atreverá a cumplir con esta obligación a partir de que una de sus prioridades es enfrentar a los violentos en la sociedad y el gobierno? Sería lo lógico dada la inversión multimillonaria que está haciendo en prevenir la violencia.

Sé que la sociedad organizada mexicana tiene una agenda cargadísima. Aun así algunos organismos deberían incorporar como prioridad la consolidación de una cultura de la paz que incluya el monitoreo del contenido que se está transmitiendo por las televisoras que, después de todo, son las principales responsables de la educación informal en México. El miedo y la paz son estados, anímico y social, tan importantes como para dejarlos en manos de Gobernación y las televisoras.

Colaboraron Clementina Chávez Ballesteros y Maura Roldán Álvarez.

www.sergioaguayo.org

Joven irrumpe en ceremonia de Nobel con bandera de México manchada de color rojo

 Por Redacción / Sinembargo - diciembre 10 de 2014 - 7:34 DESTACADAS, MUNDO, TIEMPO REAL, Video - 

Sin comentarios Un joven logró acercarse al estrado con una bandera mexicana después de que los premiados recogieran su medalla y su diploma. Foto: Especial. Ciudad de México, 10 de diciembre (SinEmbargo/EFE).– Un joven irrumpió en la entrega del Premio Nobel de la Paz, que este día fue otorgado a Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi, con una bandera de México manchada de color rojo y dijo a la adolescente paquistaní: ”Please, Malala… Mexico”. 

De acuerdo con la prensa internacional, el joven, supuestamente acreditado como periodista, logró acercarse al estrado con una bandera mexicana después de que los premiados recogieran su medalla y su diploma. En el audio original de la entrega del premio, el cual ya circula en las redes sociales, se escucha que el mexicano le dice a la ganadora del Nobel: “Please, Malala [...] Mexico”. En tanto, el diario español El Mundo, reportó que el espontáneo gritó, pero su voz, “presumiblemente a favor de la justicia por los 43 estudiantes de magisterio asesinados en el estado mexicano de Guerrero”, resultó prácticamente inaudible. Se informó que la confusión sólo duró unos segundos cuando rápidamente un miembro del equipo de seguridad arrastró al chico, cuya identidad se desconoce pero de acuerdo con el diario español ha estado con la prensa siguiendo a los premiados que desde ayer cumplen su agenda en Noruega. 

“La persona fue detenida. Se llevó a cabo un control y la Policía trabaja verificando los hechos”, informaron las autoridades de Oslo en un comunicado de prensa, La adolescente paquistaní Malala Yousafzai y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi (c-d), seguidos por miembros del Comité del Premio Nobel, a su llegada hoy a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz en el Ayuntamiento de Oslo. Foto: EFE. Este día, la adolescente paquistaní Malala Yousafzai y el presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil, el indio Kailash Satyarthi, reclamaron hoy al recibir el Nobel de la Paz en Oslo el acceso a la educación para todos los niños. 

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“¿Por qué los países que llamamos fuertes son tan poderosos creando guerras pero tan débiles para traer la paz? ¿Por qué dar armas es tan sencillo, pero dar libros tan duro? ¿Por qué construir tanques es tan fácil, pero construir edificios tan difícil?”, se preguntó Malala en la ceremonia celebrada en el ayuntamiento de Oslo. 

Satyarthi criticó por su parte en su discurso la cultura del “silencio” y de la “pasividad” y defendió globalizar la “compasión transformadora” para impulsar otra marcha mundial contra la explotación, la pobreza y la esclavitud infantil. 
“Rechazo aceptar que el mundo sea tan pobre cuando sólo una semana del gasto global en armas es suficiente para llevar a todos los niños a las aulas”, afirmó Satyarthi. 
Y aunque elogió el progreso en las últimas décadas al reducir en un tercio la mano de obra infantil y a la mitad la cifra de niños no escolarizados, defendió acciones colectivas urgentes y pidió invertir en educación a los gobiernos, y a las empresas, más responsabilidad. “¿De quién son los niños que cosen pelotas sin haber jugado con ninguna? Son nuestros niños. 

¿De quién son los niños que extraen piedras y minerales? Son nuestros niños. ¿De quién son los niños que cosechan cacao sin haber probado el sabor del chocolate? Todos son nuestros niños”, afirmó en su discurso. 

Malala tuvo muy presente la educación, “una de las bendiciones de la vida” pero también “una de sus necesidades”, y dedicó buena parte de sus palabras al tiroteo que sufrió hace dos años por los talibanes en Pakistán por defender la educación femenina. “Tenía dos opciones, una era quedarme en silencio y esperar a que me mataran. La otra era hablar y luego que me mataran. Elegí la segunda”, dijo la joven, que a sus 17 años es la ganadora más joven en la historia del Nobel de la Paz.

 Su historia no es única, sino la de “muchas chicas”, dijo Malala, dirigiéndose a cinco amigas invitadas por ella a la ceremonia, incluidas dos jóvenes que también sobrevivieron al mismo tiroteo. “No soy una voz solitaria, soy muchas. Soy Shazia, soy Kainat Riaz, soy Kainat Somro, soy Mezon, soy Amina. Soy 66 millones de chicas que están fuera de las escuelas”, dijo en un discurso, en el que citó el Corán y recordó a Martin Luther King y a Nelson Mandela. 

A ayudar a construir escuelas a través de su fundación, sobre todo en su región natal del valle del Swat, destinará su parte del premio en metálico, dotado con 8 millones de coronas suecas (879.000 euros, 1,1 millones de dólares) a dividir en partes iguales. El atentado me ha hecho “más fuerte”, aseguró Malala, prometiendo luchar hasta que cada niño vaya a la escuela y convencida de que nadie puede pararla, “o pararnos, porque ahora somos millones”. 

La sintonía entre los dos galardonados es una muestra de que una paquistaní y un indio “pueden estar unidos en paz y trabajar juntos por los derechos de los niños”, destacó la joven, al igual que hizo en su discurso el líder del Comité Nobel noruego, Thorbjørn Jagland. Satyarthi ha liberado de la explotación a más de 80.000 niños, mientras que el coraje de Malala “es casi indescriptible”, afirmó. 
“Una joven y un hombre más viejo, una de Pakistán y el otro de la India, una musulmana y el otro hindú; símbolos de lo que necesita el mundo: más unidad. ¡Fraternidad entre las naciones!”, dijo Jagland en una ceremonia presidida por la familia real noruega.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/10-12-2014/1189538